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Dignidad y justicia para las personas migrantes y refugiadas

Víctor M. Ruano P.

Diócesis de Jutiapa

F4gt.com

Jutiapa, 25 de marzo, 2021

Introducción. Delegados de la Pastoral de Movilidad Humana y Organismos de la Sociedad Civil de México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, se reunieron en la ciudad de Esquipulas, del lunes 15 al viernes 19 de marzo, fiesta de San José “migrante y refugiado, custodio y protector de la Iglesia”, para “discernir sobre los retos y necesidades que presenta la realidad migratoria en sus diversas manifestaciones”. He aquí un comentario a su declaración final.

Grito lanzado desde Esquipulas. “Dignidad y justicia para las personas migrantes y refugiadas”, ha sido el grito que lanzaron desde Esquipulas los responsables de la Pastoral de la Movilidad Humana de la Iglesia católica en Centro América y México, coincidiendo con el 35 aniversario “de los históricos Acuerdos de Esquipulas, que marcaron el camino de la búsqueda de la paz de Centro América”.

Este clamor coincide con el momento en que se agrava la crisis de los migrantes centroamericanos, especialmente niños y jóvenes en la frontera sur de los Estados Unidos con México y cuando este país ha militarizado la frontera con Guatemala, siguiendo órdenes del gobierno norteamericano a cambio de vacunas que le sobran al Imperio, porque al igual que las demás naciones poderosas las acapararon, olvidando que si continúan con esa mentalidad egoísta y prepotente, también ellos fracasarán.

Sus objetivos. El encuentro de Esquipulas buscaba “responder a la coyuntura actual” de la región mesoamericana, donde “el fenómeno migratorio es una de sus manifestaciones más evidentes e interpelantes”, que las élites económicas, políticas y militares se resisten a enfrentar de modo integral, pues las estructuras sociales de privilegio en las que siempre han vivido les favorecen en detrimento de las grandes mayorías, generando lacerantes desigualdades.

Al mismo tiempo pretendían “discernir sobre los retos y necesidades que presenta la realidad migratoria en sus diversas manifestaciones”, pues es un fenómeno complejo, que requiere de análisis objetivo y profundo, así como capacidad de discernimiento para comprender la dimensión del drama humano que conlleva.

Sus denuncias. “A la luz del contexto actual en que se gestan las migraciones forzadas, agravadas por la pandemia del COVID-19, y las recientes tormentas Eta y Iota”, los participantes entre los cuales hubo laicos y laicas, presbíteros y obispos constatan “con preocupación e indignación la actitud pasiva e indiferente de los Estados y gobiernos de la región para crear condiciones de vida acordes con la dignidad de las personas”.

Ya es sabido de todos, que cuando la clase política se empeña en llegar al poder, en sus campañas electoreras, utilizan a los migrantes, luego los olvidan, porque no les importan ni interesan.

Crean flamantes comisiones o establecen mesas de dialogo, que al final, resultan improductivas, inútiles y anodinas, pues no aportan nada significativo en la solución del problema migratorio.  

Denuncian, además, “que las violencias sociales, la corrupción e impunidad, la desigualdad y la pobreza, el crimen organizado y los sistemas de justicia cooptados”, son situaciones en que los gobiernos deberían de trabajar arduamente pues “son factores que obligan a las personas a abandonar sus países”.

Condenan categóricamente 3 situaciones:

  1. “Constante violación de los Derechos Humanos”, criminalización y persecución de los defensores y defensoras de los Derechos Humanos.
  2. Falta un abordaje integral y humano para las personas que se ven obligadas a migrar.”
  3. Violencia sistemática contra los migrantes, llegando incluso hasta el asesinato.

Sus planteamientos

  1. Empeñarse en “el estricto cumplimiento de las normativas e instrumentos nacionales e internacionales en materia de Derechos Humanos, específicamente de los migrantes”.
  2. Ofrecer “una respuesta regional e integral por parte de los Estados para prevenir la migración forzada y atender responsablemente los flujos migratorios”.
  3. Trabajar coordinadamente para “que los Estados hagan todos los esfuerzos necesarios para garantizar la vida e integridad de las personas”.

Conclusión. Concluyen su mensaje ratificando su “compromiso de acoger, proteger, promover, e integrar a las personas en cualquier situación de movilidad”. Se espera que los gobiernos, de una vez por todas, asuman como prioridad el fenómeno migratorio y que se unifiquen los esfuerzos en la región, porque el problema compete a todos. Ojalá se sumen también de modo coordinado en integral los esfuerzos de las iglesias, las religiones y la sociedad civil “y personas de buena voluntad para promover la justicia y dignidad de las personas en movilidad”.

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