Victor M. Ruano P.
Diócesis de Jutiapa
F4gt.com
Jutiapa, 28 de enero, 2021
Introducción. Se ha cumplido ya el primer aniversario de las autoridades en el ejercicio de sus cargos para el que fueron electos. Y el gobierno central se ha estrenado muy bien, a su estilo: Con Estado de Prevención y con represión hacia los migrantes, ha celebrado Giammattei su primer año de gobierno, una pequeña muestra de lo que lo inspira en realidad y una señal de su rotundo fracaso al frente del país, cuando le quedan 3 largos años.
El trato que dio a los migrantes hondureños a mediados de enero fue denigrante y violó sus derechos humanos fundamentales. Factor 4, se pronunció al respecto, con interesantes reflexiones, especialmente la de nuestro director: “Al migrante a Palos”, del pasado 19 de enero.
Aquí va la mía, como una denuncia en contra de quienes nos gobiernan y como una contribución que recojo de los obispos centroamericanos, para el despertar ciudadano, cuando vemos con indignación e impotencia que se consolida el pacto de corruptos y no se hace absolutamente nada significativo por la defensa de los migrantes.
Un Gobierno, tan mal como los anteriores. Las manifestaciones de noviembre del año pasado en la plaza de las Niñas o plaza de la Constitución, dejaron en claro la reprobación de la ciudadanía hacia el gobierno de Giammattei, aunque el magisterio nacional liderado por Joviel, los alcaldes y los gobernadores lo respalden, junto a la alianza oficialista que con negociaciones turbias también lo sostiene desde el Congreso.
Este Gobierno va sobre la horma del comediante Jimmy Morales, que fue un desastre para este país, con el agravante que durante un año, el actual ha venido gobernando con Estados de Prevención, como lo hizo recientemente, para criminalizar el movimiento migratorio.
Un movimiento migratorio que es producto de la extrema pobreza, de la violencia y del crimen organizado, también de la corrupción de la elite política que ha gobernado Honduras, El Salvador y Guatemala.
Con esa medida represiva, escudada en la pandemia, se criminaliza a los pobres que salen huyendo porque no tienen “Tierra, Techo y Trabajo”, y porque sus vidas están de forma permanente, amenazadas por la violencia, la inseguridad y las bandas criminales del narcotráfico.
Gobierna una alianza criminal. Ciertamente es un reto enorme gobernar un país dominado por una alianza criminal incrustada en los tres poderes del Estado y manejada desde los mismos partidos políticos. Más se agrava la situación, cuando no se tiene la voluntad política para combatirlos, en cambio se han aliado con ellos para mantenerse en el poder, dando la espalda a la población y siendo indiferente a sus necesidades más vitales
Además, el modelo de desarrollo de este gobierno está orientado a favorecer al gran empresariado y al gran capital extranjero. No cuenta con un proyecto de país incluyente, pluricultural y participativo. No se interesa por fortalecer las instituciones democráticas, más bien busca cooptarlas para satisfacer a sus financistas de campaña y a quienes le han acompañado en los 20 años de lucha por llegar al poder.
Un gobierno capturado. La corrupción y la impunidad se fortalecen de la mano de la mayoría de partidos políticos, que son bandas criminales organizadas para saquear los recursos del Estado, mientras la población se deteriora en su calidad de vida.
Con enorme preocupación me atrevo a decir que cada 4 años se va consolidando un Estado criminal, un narco Estado con una clase política sin ética y un empresariado sin responsabilidad social, mientras el ciudadano se desencanta de sus gobernantes.
Nuestro país está “en ruinas y arrodillado ante las mafias que han secuestrado el poder”, afirma contundentemente el diario El País (España), en un artículo firmado por el periodista José Elías, publicado el 13 de enero con el título: “El presidente de Guatemala llega a su primer aniversario con índices de popularidad bajo mínimos”. Nos recuerda que: “La popularidad de Giammattei, al asumir el cargo era del 80%, mientras que ahora su aceptación es apenas de un 25%.
La causa según este diario español, está en la poca “eficacia en el combate a la corrupción y su cuestionada gestión de la pandemia” y de la gestión débil y lenta para afrontar el impacto de los huracanes Eta e Iota, en los departamentos de la Franja Transversal del Norte. Se ha constatado que realmente no contaba con “un plan de Gobierno y, mucho menos, un equipo con el cual enfrentar los enormes retos”, que tiene Guatemala.
La Iglesia del lado de los migrantes. Así se desprende de un planteamiento y denuncia que hicieron los obispos centroamericanos “ante los flujos migratorios mixtos que se desplazan en caravana”, y que fueron objeto de represión e intimidación recientemente. (Secretariado del Episcopado de América Central, SEDAC, 19 de enero 2021).
La Iglesia reconoce y respeta “el legítimo derecho a la soberanía de los países involucrados en el tránsito de migrantes”, partiendo del hecho que la soberanía reside en el pueblo y no en las autoridades que acuden a ella cuando se ven amenazadas en su estructura de poder, una estructura sustentada, casi siempre en la dinámica de la corrupción, y por ello carente de legitimidad.
El respeto de la soberanía no faculta a las autoridades vulnerar los Derechos Humanos de los migrantes. Al contrario, se esperaría de ellas “una actitud profundamente humanitaria hacia todas estas personas independientemente de su situación migratoria”. Además, se debe garantizar la defensa de “todas las personas, especialmente las mujeres y los niños”.
Estos flujos migratorios mixtos en toda su dimensión, no es asunto de un solo país, por ello la Iglesia reitera el llamado a los gobiernos de Honduras, Guatemala, El Salvador y México a “trabajar de manera conjunta, integral y humana la realidad migratoria regional.”
Es urgente que las autoridades se empeñen en “atacar las causas estructurales que originan la migración”, las cuales tienen su origen en el sistema económico mercantilista neoliberal y salvaje, que rige la vida económica del país, que casi nada ha cambiado desde la época colonial y que hoy, en pleno siglo XXI, continúa fabricando pobres, que el mismo sistema excluye y descarta como “desechables”.
Políticos corruptos ejerciendo el poder, constituyen la otra causa; a ello se suma el régimen de impunidad vigente, protegido por sistemas de justicia en manos de jueces y magistrados mediocres y venales.
Responsabilidad de las autoridades. Las autoridades tienen la obligación de “garantizar la seguridad de las personas migrantes…, impidiendo que sean víctimas del crimen organizado y la delincuencia común”, tal como sucedió con los guatemaltecos que fueron asesinados en Tamaulipas, frontera entre México y los Estados Unidos, cuyos cadáveres fueron encontrados recientemente.
Los gobiernos tienen que respetar “el Derecho de ACCESO AL TERRITORIO y la NO DEVOLUCIÓN de todas aquellas personas que tienen una necesidad especial de protección internacional”, pero también quienes huyen de la violencia, de la miseria, de la podredumbre de narco Estados, como son el mexicano, el guatemalteco y el hondureño.
Asimismo, se debe “respetar la unidad familiar”, dado que la familia es la célula fundamental de la sociedad y está protegida por los ordenamientos jurídicos de cada país Los gobiernos deben “desarrollar políticas que efectivamente brinden oportunidades de superación a todos, principalmente de estudio para los jóvenes y trabajo para los adultos; para que no se vean obligados a dejar su propio país, poniendo en tan alto riesgo sus vidas”.
De todos es conocido que los gobiernos de nuestros países, utilizan los cargos públicos para enriquecerse, consolidar sus negocios y jamás para impulsar procesos generadores de desarrollo humano e integral para todos.
Mientras el gobierno guatemalteco los reprime, la mayoría de la población los acoge, pues son muchos, entre personas y organismos de la sociedad civil y de “la Iglesia que en primera fila brindan la atención humanitaria. Ese es el ejemplo del Buen Samaritano pedido por Jesús”.
Conclusión- El Papa Francisco ha dicho “«Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran» (Rm 12,15). Cuando el corazón asume esa actitud, propuesta por Pablo, es capaz de identificarse con el otro sin importarle dónde ha nacido o de dónde viene”. (Fratelli Tutti 84)