Por Fernando Castro
Experto en temas de migración
Las mujeres migrantes se han convertido en las principales víctimas de la crisis que viven los países centroamericanos; crisis que las obliga a tomar la decisión de viajar a Estados Unidos, donde las espera un camino lleno de peligros y ataques en su contra. El número de víctimas mortales aumenta cada año en el tránsito por México, que marca un viaje donde la vida se expone a cada momento.
Debemos estar conscientes de la importancia tanto económica como social, que representan los migrantes para los países del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), un fenómeno reconocido desde hace menos de una década, como una crisis humanitaria.De igual manera, su status migratorio, su problemática como personas extranjeras, la condición de ilegalidad y la crisis existente en estos países, aunque no son recientes, se agudizan con gobiernos inoperantes, que no realizan las competencias que les corresponden en brindarles el apoyo necesario para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
La realidad es que los guatemaltecos emigran con el fin de permanecer en Estados Unidos, incrementando el número de migrantes año con año, sobre todo, en los lugares más recurrentes como son Miami, Houston y Los Ángeles; del total de guatemaltecos que migran ya sea de forma permanente o temporal, el 36% son mujeres y dentro de la población que se considera en el extranjero se estima alrededor de 1.750,000 según el Pew Research Center en Estados Unidos.
Este número de migrantes son los que apoyan la economía de 6,700,000 familias guatemaltecas, cuyas remesas representan el 14.7% del Producto Interno Bruto (PIB).
En la actualidad el fenómeno de la migración no es uno de los principales temas de la agenda de los países de origen, tránsito y destino. Los primeros resultan captar las divisas vía las remesas familiares, los segundos experimentan efectos secundarios como el tráfico de personas y cooptación de las fuerzas de seguridad; mientras que los últimos, se nutren de una contribución de mano de obra para el desarrollo y la generación de riqueza.
Los países de destino también padecen embates de seguridad nacional, desequilibrios entre oferta y demanda, resentimientos políticos y xenofobia entre sus ciudadanos.
En todo caso, la agenda legislativa, de los países del norte, más allá de promover nuevas normativas internacionales, deben impulsar acciones a partir del carácter estructural del fenómeno migratorio, de las tendencias internacionales en el campo laboral y del carácter multinacional; los problemas regionales requieren soluciones locales con el apoyo de Estados Unidos y México, para mermar la salida de personas, creando desarrollo en los países de origen de la migración.
Las mujeres migrantes representan una alteridad multidimensional en los países de destino: inserciones sociales parciales, extranjerías, derechos relativizados, etc.
Estas condiciones de hecho se traducen en prácticas cotidianas hostiles, de discriminación laboral, horarios extensos, actividades intensas, bajos salarios, falta de garantías y maltratos. Los estereotipos acuerdan la ejecución de trabajos de segunda categoría que los propios estadounidenses (en el caso de Estados Unidos), ya no desean realizar. Balanceándose entre condiciones precarias y falta de garantías legales, los ciclos de pobreza no logran romperse a pesar de las migraciones al norte.
Las constantes noticias sobre mujeres vinculadas con acosos, agresiones, violaciones y favores sexuales, provocan opiniones encontradas entre quienes creen que es una exageración y entre quienes saben que los favores sexuales se han convertido en una forma de pago al que son obligadas algunas mujeres, para poder emigrar.
Según un informe divulgado por el Foro de las Migraciones en México, ocho de cada diez mujeres son violadas, convirtiendo sus sueños en verdaderas pesadillas, especialmente en la frontera sur de México, donde son víctimas de vejaciones, torturas psicológicas y abusos de todo tipo, por parte de autoridades migratorias, policiales y federales, una problemática que ha costado la vida de migrantes, tal es el caso de San Fernando en 2010, y recientemente los 19 migrantes, 2 mexicanos y 17 guatemaltecos asesinados y calcinados, involucrando según las investigaciones a elementos de cuerpo policial y del instituto Nacional de Migración, siendo un crímen de Estado, del cual Guatemala debería presentar queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en apoyo a los guatemaltecos, para su resarcimiento moral y económico, siendo un deber de Estado realizarlo.
Recordemos que han existido las denuncias por parte de las migrantes, quienes en lugar de pedir ropa o comida, solicitaban anticonceptivos, para evitar quedar embarazadas, ante la posibilidad de ser violadas, posiblemente 4 veces en su ruta migrante; sin embargo, lo que no se dice es que los anticonceptivos no reducen la posibilidad de quedar contagiadas de VIH.
Las mujeres inmigrantes están sometidas a un proceso de invisibilización, que incorpora trabas burócratas, de procedimientos informales y de impedimentos formales. La invisibilidad es la mejor condición para alejar a los migrantes de toda garantía y de toda condición de derechos. El incremento de mujeres migrantes hace que sea cada vez mayor el abandono de sus comunidades de origen, en busca de oportunidades para ellas y para sus familias.
Según Naciones Unidas, las cifras más recientes indican que las mujeres representan ya casi la mitad de la población migrante y refugiada del mundo. Muchas mujeres jóvenes migran solas, ante la falta de oportunidades de empleo y desarrollo en sus comunidades, lo que aumenta su vulnerabilidad durante el viaje y dejan familias que dependen del dinero que quizá envíen, para aportar y cambiar las necesidades de sus familiares.
Las mujeres son particularmente vulnerables a los abusos sexuales, a la violencia y discriminación basadas en el género, sobre todo cuando se ven obligadas a migrar en situación irregular, siendo aprovechada dicha condición por traficantes y autoridades involucradas en abusos constantes a su condición de mujer.
Lamentablemente la situación de las mujeres en el contexto de la migración, tanto interna como transfronteriza e internacional, por ser uno de los sectores vulnerables, revela altos índices de violaciones a sus derechos fundamentales, dentro de los cuales se encuentran: trata de personas, inasistencia para su salud física, emocional y sexual; esto incluye a las niñas y jóvenes que se trafican diariamente, empujadas al comercio sexual por contrabandistas, funcionarios de aduana, pandilleros y otras figuras que controlan la ruta clandestina hacia Estados Unidos, muchas personas pagan un precio deshumanizador por intentar alcanzar el sueño americano.
Dentro de la violación a los derechos humanos de las mujeres migrantes, de peores consecuencias, es la prostitución y las redes de trata de personas, enfatizando que la mayoría de las migrantes dedicadas al comercio sexual son jóvenes de baja escolaridad. Un alto porcentaje manifiesta dedicarse a la prostitución por razones económicas, para sostener a sus hijos e hijas o ayudar a sus familiares, por deudas creadas inexistentes, al quedar presas por parte de los “coyotes”.
Entre las que ingresan por razones económicas, el 13% declara necesitar el dinero para llegar a los Estados Unidos. Muchas migrantes afirman que, por su condición de indocumentadas, la prostitución es la opción para obtener dinero.
En estas circunstancias el éxito o fracaso de quienes pretenden migrar a los Estados Unidos, depende, en gran medida, de sus redes de apoyo y de la información que manejan, la cual muchas veces es errónea, falseada y utilizada por coyotes, polleros o enganchadores. Si las redes de apoyo no funcionan, el o la migrante se ven obligados a quedarse en las fronteras, realizando trabajos para sobrevivir o para reunir dinero y continuar posteriormente su camino.
La Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, debe desarrollar líneas de investigación que profundicen en aspectos como la interrelación existente entre la migración y el aumento del racismo, la situación de la mujer migrante y sus implicaciones para un enfoque desde una perspectiva de género del fenómeno migratorio, y una observación especial del problema que representa la migración de niños y niñas.
También es necesario disponer de un marco legal para la protección plena de los derechos de las personas en el contexto de la migración, especialmente en un trabajo conjunto por parte de los gobiernos de México y del Triángulo Norte.
Los prejuicios y estereotipos asociados con el ser mujer e inmigrante, son aspectos difíciles de cuantificar, sin embargo denotan el trasfondo cotidiano de la migración transfronteriza, que debe trabajarse para cambiar esta situación con voluntad política. Los gobiernos de la región deberán trabajar por llevar el desarrollo a las comunidades más alejadas y evitar así que las mujeres sigan saliendo hacia el Norte del continente, donde una tras otra, encuentran la muerte, física, emocional y material.