Por Haroldo Sánchez
El lunes 11 de mayo, un grupo de profesionales de la salud, en una conferencia de prensa planteó la realidad del hospital provisional del Parque de La Industria. Sus reclamos, firmes y valientes, desnudaron cómo trabajan, y plantearon la situación de los pacientes. Y lo que era un secreto a voces, se hizo público: no hay equipo de protección que los libre del contagio del coronavirus, la comida que se sirve es muy mala y trabajan desde hace dos meses sin recibir salario.
Las preguntas que surgieron luego de esa aparición ante los medios, fue si mentían, si engañaron a la población al denunciar las condiciones en las que laboran. Si buscaba poner en ridículo al gobierno, al ministro de Salud. A lo mejor, todo formaba parte de un complot, para entorpecer el excelente funcionamiento del hospital provisional… O, simplemente, presentaron la realidad.
El mismo lunes, uno de los viceministros de Salud, el de Hospitales, molesto refutó al personal del hospital, y afirmó que buscaban entorpecer la buena labor que en ese lugar se desarrolla. Dijo que el hospital está perfectamente dotado de insumos, y que los médicos están creando conflictos para lograr que no se pueda desarrollar adecuadamente el hospital del parque. Palabras más, palabras menos, su actitud demostró el malestar que causó en las esferas del gobierno, que los guatemaltecos se enteraran de las carencias del hospital provisional del Parque de La Industria. Esa realidad presentada fue un golpe no solo para la población, también para quienes donaron miles de quetzales e incluso regalaron parte de la infraestructura médica.
Por eso se evaluó como positiva la reacción del vicepresidente Guillermo Castillo, quien, lo primero que hizo fue pedir disculpas en nombre del gobierno al personal sanitario, y señaló el compromiso del Estado para que trabajen en mejores condiciones.
Las críticas de las últimas semanas venían relacionadas a la falta de equipo de protección para el personal sanitario en todo el país. No se pide algo que no esté al alcance del gobierno y que sea imposible de adquirir. Se entiende que los procesos de compra del Estado son de lo más engorroso y complicado que existen.
Pero hay mecanismos de compra urgentes que bien pueden aplicarse por esta pandemia que avanza a pasos agigantados. La explicación que más se escucha es que algunos funcionarios no quieren firmar nada, por miedo a ser llevados a prisión señalados de corrupción.
Esta postura tiene dos lecturas: Lo primero, si firman documentos para usar el dinero de manera correcta, justa y honrada, jamás tendrán problemas legales. Lo segundo, si hay sobrevaloración de esas compras, si se favorece a otros o a sí mismo, entonces algún día tendrán consecuencias por el mal uso de los fondos públicos.
El gobierno al más alto nivel, debe intervenir para que el sistema de salud dé un salto hacia la completa protección y distribución de los insumos que los médicos demandan con urgencia. Hay dinero suficiente para lograrlo, no solo las donaciones, sino los fondos millonarios aprobados por el Congreso.
Nadie en su sano juicio espera que el Gobierno fracase en la lucha sanitaria contra el covid-19. Aquí pierden todos. Por eso es necesario cambiar la dinámica gubernamental, que terminen los regaños y la victimización, se agilice el trabajo para dotar al personal médico, así como frenar el contagio y hacer menos sacrificada la actual situación para los guatemaltecos.
Son precisamente los doctores y doctoras que trabajan en los hospitales COVID-19 (Parque La Industria, Villa Nueva, Xela, Petén y Zacapa), los mejores aliados del gobierno para saber del funcionamiento de estos centros en primera línea del combate al coronavirus. Ellos tienen el termómetro de la realidad del entorno donde ejercen.
Si el presidente Alejandro Giammattei los oye con empatía, como sus colegas de profesión y no permite que ninguno de sus asesores se los pinte como el “enemigo”, el país y su administración saldrán ganando. Es mejor escuchar a un profesional de la salud, que a un mediocre funcionario, que miente con desfachatez, para salvar su puesto.