“SE NECESITAN OTROS CINCO HOSPITALES COMO EL SAN JUAN DE DIOS O EL ROOSEVELT”

El Hospital Roosevelt fue inaugurado  hace más de 65 años, cuando la población contaba aproximadamente con 3 millones de habitantes. Hoy con 18 millones, la infraestructura sigue siendo casi la misma.

Por Haroldo Sánchez

El doctor Miguel Siguantay, es Jefe de Urgencias de Cirugía de Adultos del Hospital Roosevelt, además de Profesor de la Escuela de Estudios de Postgrado de Cirugía, de la Universidad de San Carlos.

Doctor Miguel Angel Siguantay Ch.(MACG)(MsC).
Jefe de la emergencia de Cirugía del Hospital Roosevelt.

Doctor Siguantay, ¿cuál es la situación que enfrenta el personal del hospital Roosevelt en este momento?

El Hospital Roosevelt  actualmente está dividido en dos partes, recuerde que nosotros antes de la pandemia ya estábamos colapsados por la gran cantidad de pacientes que consultan por emergencias traumáticas y no traumática. Por ésta razón, tenemos que seguir atendiendo a la población que requiere de nuestros servicios por causas diferentes a la enfermedad producida por SARS-CoV-2;  por otro lado, se cuenta con áreas donde inicialmente se utilizaban como tamizaje en la detección de la enfermedad y al tener resultados positivos, eran enviados al Hospital de Villa Nueva o al Parque de La Industria. Sin embargo, estos lugares colapsaron por lo que se tuvieron que hospitalizar  a todo paciente con diagnóstico de COVID-19, a tal punto que se llenó el área “gris”, como le llamamos a los búnquer construidos  para contener la enfermedad fuera del hospital y no contaminar a pacientes hospitalizados por otras razones. Se llenó uno de los intensivos para ventilación mecánica y tratamiento de pacientes críticos, etc… y por ésta razón, la situación que enfrenta el personal es de mucho riesgo a tal grado que varios  se contaminaron con el virus y los contactos que tuvieron también han tenido que irse de cuarentena posterior a un hisopado, situación que sucede con todo el personal (médico, paramédico, etc.). Esto deja sin personal para atención en áreas críticas como sucede actualmente con el Departamento de Anestesia, donde hubo que mandar a cuarentena a un porcentaje alto de médicos y personal de enfermería.

¿Qué pasa con los pacientes de riesgo por enfermedades que los exponen mucho al COVID-19?

Todos sabemos el riesgo que corren los pacientes que presentan otras comorbilidades como cardiopatías, diabetes, hipertensión, enfermedades crónicas, así como aquellos pacientes inmuno-deprimidos como los que reciben quimioterapia, pues son más vulnerables a que enfermen gravemente. Un ejemplo claro es el paciente diabético donde hay fluctuaciones de glucosa en sangre, donde el virus puede prosperar más rápido en ese ambiente hiperglucémicos, por un lado y por otro lado, cuando su sistema inmune se ve comprometido, es más difícil la erradicación de la infección y su recuperación puede ser muy lenta 

Se dice que en el Roosevelt hay un médico para 11 pacientes, ¿si es así, cuál es la cobertura para las personas que buscan atención médica?

El Hospital Roosevelt está dividido en dos para atender pacientes COVID-19 y pacientes con emergencias quirúrgicas que ameritan nuestra atención. Cuando se dijo que hay un médico por cada 11 pacientes, fue al inicio en las áreas donde se atiende a los enfermos de la pandemia. Actualmente a través del Consejo Consultivo, que reúne a los médicos de todos los Departamentos clínicos y Junta directiva del Hospital, nos comprometimos a colaborar con el equipo de infectólogos, epidemiólogos y departamento de Medicina Interna en la atención de las áreas destinadas; aún así, sabemos que no es suficiente por la alta demanda que requiere la atención del enfermo de la pandemia.

¿Cómo fue la recepción de pacientes positivos de coronavirus? Los tomó por sorpresa o ya estaban preparados.

 Afortunadamente en el Hospital Roosevelt hay buen equipo de infectología que visualizando la inminente llegada de la pandemia a nuestro país, comenzó a preparar a los departamentos clínicos del Hospital con protocolos de manejo del paciente sospechoso sintomático y no sintomático, insistiendo principalmente en el vestuario, lavado de manos con jabón o con alcohol en gel, uso de mascarilla,  pero principalmente el proceso  desde la historia clínica y tamizaje de los pacientes y el lugar dónde se llevaría a cabo. Todo esto lo viví con el equipo de la doctora Iris Cazali, quien con su personal de manera incansable se dió a la tarea de educarnos y prepararnos cuando llegara el momento. Desafortunadamente los hospitales temporales colapsaron y la cantidad de pacientes positivos rebasaron nuestra capacidad de atención en áreas destinadas para ello, por lo que fue necesario abrir espacios dentro del Hospital, separando a los pacientes previamente hospitalizados antes de la pandemia, para no comprometer más la salud de personas con otras patologías.

La carpa instalada en las afueras del hospital para COVID-19, ¿es la adecuada para atender a los pacientes contagiados? O es solo un paliativo ante la demanda.

En realidad sólo es un paliativo porque al principio cuando no hubo muchos pacientes que consultaban con síntomas, esperaban sentados fuera de las clínicas que se hicieron para ése propósito, sin embargo el número creció; creció como ha aumentado el número de enfermos y por esta razón era mejor que esperaran dentro de una carpa y no a la intemperie. La afluencia de paciente aumento muchísimo , apareciendo una buena cantidad de positivos que se fueron quedando dentro de la carpa  en camas y camillas en espera de llevarlos a otro espacio con mejores condiciones y así se hizo, lo que provocó muchas críticas razonables en su momento. La idea inicial no era mala pues solo se buscaba tener a las personas resguardadas. Aquí hay que hacer un reconocimiento a la Cruz Roja Guatemalteca que siempre ha estado colaborando con nuestro hospital trasladando pacientes COVID-19 y levantando carpas donde le fuera solicitado.

En esa carpa ¿qué complicaciones se presentan para el personal y los pacientes cuando llueve?

Las carpas sólo son lugares temporales donde el clima juega un papel importante para la salud no sólo de pacientes sino también de personas sanas quienes pueden contraer enfermedades propias de la época como infecciones respiratorias y enfermedades transmitidas por picadura de mosquitos como dengue, chicunguya y zica, pero es un riesgo que tenemos todos aún en nuestras propias casas.

Parte del personal sanitario ha sido infectado, ¿en qué medida perjudica eso el funcionamiento del hospital?

Cuando el personal sanitario resulta positivo para COVID-19, el funcionamiento del Hospital sufre consecuencias desastrosas pues no sólo abandonan los positivos sino además hay que realizar hisopado a todos los contactos y mandarlos a cuarentena y estamos hablando de mandar a 10-12 contactos médicos y personal de enfermería. Ésta situación la estamos viviendo actualmente en el Hospital Roosevelt donde dos anestesiólogos resultaron positivos y tuvieron que irse 20 de ellos. A los dos días nuevamente aparecieron otros positivos quedando apenas un porcentaje muy bajo de ésta especialidad por lo que afectó grandemente el desarrollo de  nuestro trabajo, pero siempre nos adaptamos a éstas situaciones y logramos compensarlos disminuyendo los días entre turno y turno y poniendo a Jefes de anestesia a turnarlos para paliar la situación que puede ser temporal mientras terminan la cuarentena. Así trabajamos. Los positivos que se recuperan, nuevamente a trabajar y cuando termina la cuarentena  para los contactos vuelven a sus funciones.

Hace unos días se dijo que la morgue ya colapsó. ¿Se trata de fallecidos por el COVID-19 o es por otras causas y por qué colapsó?

Evidentemente la morgue tiene cadáveres COVID-19, también tiene de otras patologías diferentes a la pandemia. Del 9 de abril al 29 de mayo de 2020, hubo 40 muerte entre ellas 32 relacionados con la pandemia y esto colapsa cualquier morgue del país, por lo que ya nuestro Director el doctor Marco Antonio Barrientos que ha tenido una excelente trabajo en esta pandemia, gestionó tanto con el Ministerio Público y el ministerio de Salud para poder movilizarlos en el menor tiempo posible. 

En el tema de las estadísticas, una es la que manejan las autoridades de salud y otra los hospitales, ¿en el caso del Roosevelt cuales son los indicadores?

Había una discrepancia entre los resultados de las cadenas nacionales y la información del Hospital Roosevelt,  pues nos dábamos cuenta principalmente en los fallecidos y también en los enfermos de COVID-19, y nos preocupaba mucho, pues se estaba dando una falsa sensación de que la situación ya iba mejorando o controlando, mientras la población con sus aglomeraciones lo único que hacía era aumentar más el número de contagiados y con ello hacer mucho más difícil el trabajo del personal sanitario. Esto es muy delicado pues tal y como sucedió el 10 de mayo, las personas salieron a las calles como que nada estuviera pasando en el país y posteriormente pudimos observar las consecuencias de ese relajamiento social pues luego observamos cifras alarmantes de contagiados que colapsan cualquier centro hospitalario.

¿Cuántas y de qué edades eran las personas fallecidas por coronavirus en el Roosevelt? 

Siempre se ha dicho que los mayores de 65 años y con comorbilidades tienen el riesgo de tener una enfermedad más grave, incluso la muerte, sin embargo hemos visto como personas menores de 40 años han fallecido en nuestro centro hospitalario donde han muerto más de 40 pacientes por el virus SARS-CoV-2.

Al enfrentar cada día la sobrevivencia de un paciente en la pandemia, ¿qué tipo de apoyo debe recibir el personal sanitario en la parte humana?

Cada día vemos como merma el estado de ánimo de los médicos que permanecen más de 24 horas ante una situación tan demandante como lo es el paciente con ésta infección, por lo que  es necesario la rotación constante hacia otros servicios menos contaminados donde puedan salir con cierta libertad, pero también el Departamento de Psicología ofrece ayuda personal a quienes lo necesiten para seguir enfrentando ésta pandemia.

 Ante la falta de equipo adecuado y la alta peligrosidad de contagio del virus, ¿cómo trabajan los turnos del día a día?

Hay áreas que exigen diferente equipo de protección personal. Cuando hay una operación de un paciente con coronavirus positivo, inician los protocolos para proteger a los anestesiólogos durante la intubación de los pacientes, el tipo de vestuario de los cirujanos y personal de enfermería y manejo de desechos con el resto del personal. A nadie se le protege más que otros pues todos corren el mismo riesgo. Para un turno en el Intensivo con paciente COVID-19 positivos donde la mayor parte de pacientes están bajo ventilación mecánica y el resto en estado crítico, los médicos deben utilizar equipo de protección personal durante 24 horas. Trabajan con altas temperaturas generadas por el traje de protección, que tienen que tolerar hasta que termine su turno de trabajo y puedan ser relevados por otro nuevo equipo de personal sanitario. Esto merma el estado anímico y emocional de nuestro personal que lucha día a día con la pandemia. Ante la falta de equipo, de todos es conocido que visten mejor los políticos cuando intentan hacer el show de visitar y de lejos, las áreas dedicadas al tratamiento de la pandemia lo que genera un sentimiento de molestia y rechazo de éstas situaciones. Afortunadamente, hay instituciones que se han dado a la tarea de proveer mucho equipo de protección personal como mascarillas, caretas, trajes especiales para el contacto directo con el virus etc., que vienen a completar el abastecimiento que el Estado deja de proveer al trabajador sanitario.

En Guatemala la red hospitalaria nacional ha sido muy deficiente, ¿pensó alguna vez que estaría inmerso dentro de una crisis de salud como la actual? 

El Hospital Roosevelt fue inaugurado  hace más de 65 años, cuando la población contaba aproximadamente con 3 millones de habitantes. Hoy con 18 millones, la infraestructura sigue siendo casi la misma, por lo que no me extraña en lo absoluto el colapso en cualquier crisis. La red hospitalaria necesita otros cinco hospitales como el San Juan de Dios o el Hospital Roosevelt para dar la mejor atención al guatemalteco que a diario consulta por sus dolencias. Nosotros ya trabajábamos colapsados antes de la pandemia porque la cantidad de pacientes atendidos, rebasaban nuestra capacidad de hospitalización. Servicios donde tienen capacidad para 45 pacientes, amanecían siempre con 55 o 60 pacientes y a otros había que buscarles camas en otros servicios menos demandantes.

Después de las diferentes declaraciones oficiales, la percepción es que los médicos van por un rumbo y las autoridades por otro. ¿Qué es lo que pasa?

Al principio se nos dijo que los Hospitales Roosevelt y San Juan serían sólo de tamizaje y al tener positivos, serían referidos a los hospitales temporales, situación que sólo se dio al principio; luego nos sentimos angustiados y hasta cierto punto molestos por la falta de solución  para tratar a los pacientes fuera de nuestros hospitales para no contaminar a nuestros enfermos y, sobre todo, no convertir nuestros hospitales  en COVID-19. En su momento, el Gobierno dijo públicamente que el Hospital Roosevelt tenía casos positivos y que todo paciente sería referido al Hospital San Juan de Dios, situación inaguantable para cualquier hospital. Actualmente ya hay una comunicación más directa con el doctor Hugo Monroy, ministro de Salud Pública, para tratar un límite de pacientes dentro de nuestras instalaciones y el resto poder trasladarlos a otro centro hospitalario con menos demanda, siempre que las cifras de contagiados permanezcan estables, de lo contrario, si la situación se pone más difícil. Quedan pocas alternativas para mantenernos en ésta posición.

El personal de la salud es el más expuesto, ¿dígame cómo se preparan al salir de casa para ir a trabajar a un hospital nacional y en qué condiciones anímicas retorna a su hogar?

Nunca entramos a nuestra casa con la misma ropa con la que trabajamos en el Hospital porque nos preocupa. Lo más preciado que tenemos en la vida es nuestra familia y cuando salimos de nuestro hogar, vamos con la incertidumbre sobre lo que nos espera y qué peligros nos toca enfrentar ese día, porque todos los días son muy diferentes. Cuando regresamos del trabajo también cargamos con la preocupación de no llevar la enfermedad a nuestras casas y siempre con nuestros protocolos para entrar y salir. Con la familia se planifican los planes que debemos seguir en caso resultamos positivos para la enfermedad y lo planificamos con mucha tristeza, pues con ésta enfermedad, el futuro es incierto.                    

                                                                                                                                                                            

Había una discrepancia entre los resultados de las cadenas nacionales y la información del Hospital Roosevelt  pues nos dábamos cuenta principalmente en los fallecidos y también en los enfermos de COVID-19, y nos preocupaba mucho, pues se estaba dando una falsa sensación de que la situación ya iba mejorando o controlando, mientras la población con sus aglomeraciones lo único que hacía era aumentar más el número de contagiados y con ello hacer mucho más difícil el trabajo del personal sanitario.

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