Por Haroldo Sánchez
¿Por qué una persona aspira a ser presidente de un país como Guatemala? Se supone que es para mejorar la vida de millones de personas, sin distinción de clase, religión, ni color de la piel, ni de cómo visten, mucho menos de poseer un idioma distinto, o ser hombre, mujer, niño, joven o anciano. Es decir, que uno cree que es para luchar por dejar una huella perenne y eterna en la mente y corazón de la población. Entonces, ¿qué ocurre en la realidad? Porque hasta ahora, solo hemos visto políticos aprovechados, sin escrúpulos, deshonestos, ladrones, corruptos, y ninguna empatía, en la mayoría de políticos, porque hay algunos que son diferentes, aunque son los menos.
Hace unos días vi un video donde Alejandro Giammattei, en la campaña electoral del 2011, postulado por el partido Casa, en una reunión con estudiantes universitarios, con voz potente y llena de matices, reclamaba: “¿Dónde está el dinero? Doscientos mil millones de quetzales, ¿dónde está el dinero. ¿Hay mejores carreteras? ¿Hay más salud? ¿Hay mas seguridad? ¿Hay menos desnutrición? ¿Hay menos pobreza? ¿Dónde está el dinero? De cada quetzal que nosotros pagamos los guatemaltecos en impuestos, 87 centavos se van para gastos de operación y funcionamiento del gobierno. 10 centavos se van para el pago de la deuda externa, que no alcanza. y tres para el pago de inversión social, ¿como no vamos a tener la pobreza que tenemos? Tenemos un gobierno demasiado grande, demasiado oneroso, tenemos al segundo presidente del continente americano mejor pagado, tenemos al primer presidente latinoamericano mejor pagado. Tenemos un presidente que, si se le rompen las zapatillas, perdón, los zapatos, se los pagamos nosotros. Si quiere chupar un contenedor de Johnny Walker Azul, se lo pagamos nosotros. Es el dueño del país y eso no se vale. ¿Por qué no vive con su sueldo? Por que tiene cinco compañías de fusileros mientras a la gente la matan todos los días, el presidente tiene cinco compañías de fusileros en una guardia presidencial. Esos son más de 500 soldados que están a la disposición del presidente”. Hoy, todo eso que reclamaba en esa ocasión, se le exige a él, ya como presidente… ¿Dónde está el dinero?
Su audiencia en ese momento, estudiantes universitarios, jóvenes ávidos de creer, de confiar, de comprender, de entender el mundo ideal que ofrecen los políticos que se presentan frente a ellos con palabras que, con el paso del tiempo, terminan siendo vacías cuando ya están en el poder. ¿Qué pasa en el comportamiento de una persona cuando está en lo más alto del poder político? Lo que hasta ahora se ha visto es que dejan de preocuparse por el resto de los ciudadanos, y la percepción es que trabajan para favorecer a quienes les dieron dinero y los ponen al frente del Estado. Esa ha sido el constante accionar de las últimas administraciones del Estado en el país.
El actual gobierno no escapa a los vicios de sus antecesores: destinan los recursos del Estado y la energía institucional para una parte de la población, la menos necesitada. La actual administración de Giammattei llegó con promesas de ser diferente a la que se fue, la del tal Jimmy Morales y su gabinete integrado por ex funcionarios que actualmente son prófugos por corrupción y otros en espera de juicio. Esa fue la gran promesa, que serían diferentes…
Una clase política guatemalteca, que se ha ido entregando de a poco al narcotráfico, al crimen organizado y que está cooptando las principales instancias del Estado, incluyendo el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, y ahora la Corte de Constitucionalidad, luego de hacerlo con el Tribunal Supremo Electoral. ¿Y quién se supone que debería ser el garante de un Estado de Derecho pleno y fuerte? El Presidente de la República. Pero, en la práctica esto no ocurre, la realidad demuestra hacia dónde el gobierno se decanta.
Los países necesitan gobiernos democráticos, presidentes que gobiernen con el único objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en general, no en particular. Los presidentes deben ser el ejemplo a seguir por todo un conglomerado de funcionarios obligados a trabajar por la población y no permitirles que sigan robando a manos libres los recursos económicos destinados a mejorar la vida de los guatemaltecos más necesitados, y de los que viven en pobreza, pero también la de los otros, de una clase media que ve como se le hace más difícil cada día sobrevivir ante la falta de oportunidades laborales que afecta a ese gran segmento de la sociedad. A ello se suma la falta de acceso a salud, vivienda, educación, seguridad y el largo etcétera del abandono gubernamental.
Engatusar a los jóvenes con falsas promesas, envenenar la mente de la juventud con ideas que para llegar a ser millonario ¿hay que ser político y funcionario? Esto debe acabar. Países como Guatemala aún tienen la oportunidad de alcanzar el desarrollo por estar asentados en una tierra fértil, con gente trabajadora. En una sociedad que puede y debe seguir exigiendo como en el 2015, que los funcionarios del Estado sean probos y que dejen de saquear el erario nacional. Que ya no miren como su finca este territorio donde habitan 23 grupos de personas con pleno derecho a ciudadanía de primera clase, sin excepción.
Ya es tiempo de cambiar la forma de hacer política. Esto no se podrá lograr de seguir con los mismos políticos, que llegan a puestos de elección popular. O bien, regresan a puestos importantes, donde en su anterior paso dejaron un reguero de podredumbre por su accionar con alianzas al servicio de las mafias, y no de Guatemala.