Por Haroldo Sánchez
Ser periodista en Guatemala es y ha sido una profesión de alto riesgo. Siempre y cuando rija la ética, el compromiso, la crítica y se trabaje por una sociedad más humana, la recompensa será la persecución y la criminalización. Lo que hemos visto con el caso de Jose Rubén Zamora y las y los colegas de elPeriódico, es tan solo un ejemplo de lo que durante décadas en este país ha sido el ejercer el periodismo con valentía y responsabilidad: exilio, ataques, descalificaciones e incluso, la muerte, ha sido el resultado de decir las cosas con la verdad como bandera.
Durante los gobiernos militares (después del golpe de Estado de Castillo Armas, 1954), la prensa se vio sometida al ataque y acoso de quienes a través del poder no querían pasar por la auditoría de las y los periodistas. A los gobernantes siempre les gustó que se escribiera y dijera solo cosas buenas de ellos, mientras masacraban a poblaciones enteras y obligaron a la censura y la autocensura de los medios y de quienes trabajaban en ellos. A pesar de esa represión, directa o encubierta, jamás dejaron de existir las voces disidentes y valientes, que se atrevieron a señalar las barbaridades de esos gobiernos militares, incluyendo el de Julio César Méndez Montenegro (1966-1970), un supuesto gobierno civil, tutelado por el ejército, como ocurrió con el de Vinicio Cerezo (1986-1991), con la gran diferencia que en ese gobierno se dio el “destape” de la libertad de expresión en esos primeros años de la “era democrática”.
Esta profesión está llena de mártires, de hombres y mujeres valientes, que regaron con su sangre la libertad de expresión de la que gozamos hoy en día, a pesar de las ataduras que se intentan poner sobre la conciencia de quienes ejercen esta noble tarea. Durante mi vida como periodista, la cual empezó siendo un muchacho allá en el Diario El Gráfico, he visto de todo: colegas que trabajaron sin dejarse doblegar, pero también quienes se prostituyeron y se alinearon a la corrupción, alineándose a quienes les pagaban para que pusieran sus plumas a su servicio.
Con el paso de los años he sido testigo de como las nuevas generaciones de periodistas han vuelto a darle el sentido real a este ejercicio. Son esa generación que se rebela ante un sistema que es injusto y que está totalmente cooptado. Periodistas con seriedad, profesionales y sobre todo, aguerridas y aguerridos. Aquí hay hombres y mujeres que, sin miedo, en la capital y en los territorios, se atreven a investigar, opinar, debatir, fiscalizar y a pesar de las amenazas, dan la cara, se exponen y muestran los males de una casta de políticos sin el más mínimo amor por este país, más que por el dinero que logran llevar a sus bolsillos.
Lo ocurrido con Jose Rubén es un parte aguas. En su afán de acallar a sus críticos, el gobierno encabezado por Giammattei y su brazo ejecutor, la fiscal general del MP, Consuelo Porras que a su vez utiliza al fiscal Rafael Curruchiche, han hecho uno de los movimientos más arriesgados de su actuar. Zamora es un periodista reconocido no solo a nivel nacional, sino más aún, en lo internacional, donde se ha reconocido a través de premios su amplia y dilatada carrera periodística en donde sobresale su lucha en contra de la corrupción.
El presidente de elPeriódico, tiene muchísimas amistades entre los periodistas, pero igual entre el sector privado, donde es querido y respetado por un amplio número de ellos, que le han respaldado en su quehacer periodístico y en su lucha por fortalecer la democracia y el Estado de Derecho en el país. Estos días, ese sector está aún más divididos que nunca. Por un lado, están quienes lo apoyan y por el otro, quienes prefieren callar, sabiendo que esta medida, con un gobierno dictatorial, al que han soportado y apoyado, se les puede revertir en su contra. Olvidando que, en esta coyuntura actual, las banderas de izquierda o derecha no deberían ser impedimento para luchar por el bien común.
Toda su vida Jose Rubén ha tenido fuertes lazos de amistad con muchos empresarios a quienes lo decidido por Giammattei y Consuelo Porras, no les ha gustado en lo más mínimo. Ven en esta decisión una acción que ha repercutido de manera negativa a nivel internacional. Son muchas las portadas de los principales periódicos y medios de información internacionales, donde se ha destacado esta captura y se critica al gobierno y a la Fiscal General del MP.
Si atacar a jueces y fiscales acarreó críticas dentro y fuera del país, meterse a acallar a la prensa de manera tan siniestra, tiene más que preocupados a estos empresarios. El gran problema es que un amplio número de ellos prefiere hacer oídos sordos a las advertencias que les han llegado del Norte y apoyan al actual gobierno y a su ruta de acción.
Mientras tanto, la brasa candente que tiene Giammattei y Porras, les está quemando más que nunca. Con un prestigio por los suelos, sin credibilidad, ni apoyo popular, han decidido dar uno de los pasos más complicados de su gestión. Ya han demostrado que su actuar no ha tenido mayor repercusión, pero está vez tomaron el camino más escabroso. Acusar a uno de sus principales críticos de lavado de dinero, es algo tan burdo, que nadie se lo cree. Más bien, señalan que todo no es más que una vil venganza personal del mandatario, harto de que elPeriódico señale públicamente el poder y la cercanía que tiene Miguelito con el mandatario.
La prensa independiente siempre estará en el ojo de los políticos y de todos los sectores que no les gusta que sus actos sean ventilados de manera mediática. Esto no es nuevo. Forma parte de la historia del periodismo guatemalteco. La gran diferencia es que ahora, la información ya no solo es patrimonio de los medios de comunicación ni de las y los periodistas, es de toda la ciudadanía quien, a través de las redes sociales, opinan, critican y aportan a una sociedad que ha comprendido que, sin libertad de expresión, no hay democracia.
Por eso, a pesar de este ataque contra Jose Rubén, la prensa independiente lo tiene claro: No nos callarán.