Por Haroldo Sánchez
El 2022, fue un año de muchas desilusiones para una gran mayoría de guatemaltecas y guatemaltecos, que vieron como sus expectativas de mejora se quedaron truncadas. La pandemia de la Covid-19 dejó un nefasto precedente con un aumento del desempleo, la poca capacidad adquisitiva de las y los trabajadores que vieron mermados sus ingresos y sufrieron el alza inmoderada de la canasta básica. Además, los servicios básicos tuvieron aumentos que hicieron aún más duro el diario vivir. Y del servicio de salud, ya ni hablemos… terrible, nada cambió.
El desempleo se disparó, y quienes lograron conservar su trabajo, en muchos casos, fueron obligadas(os) a aceptar una reducción de sus salarios, algunas personas dejaron de estar en planilla para pasar a trabajar por servicios profesionales, lo cual les quitó el derecho a vacaciones, aguinaldo, bono 14 y perder el derecho a la indemnización laboral.
La pobreza y la extrema pobreza aumentó considerablemente. La clase media se acercó peligrosamente a la clase más necesitada, mientras la clase alta se fortaleció con la pandemia y creció la clase política acomodada, donde muchos de ellos entraron a formar parte de las personas ricas emergentes, las y los nuevos millonarios producto de su trabajo con el Estado.
El 2022 fue un año donde la salud pública siguió siendo una de las más deficientes de América Latina, aumentó la desnutrición, los contagios por coronavirus continuaron, así como las defunciones por esta enfermedad, a lo que se sumó la violencia y muerte de mujeres, niñas y niños desaparecidos, persecución, criminalización y cárcel contra dirigentes sociales, operadoras(es) de justicia, periodistas, lideresas y líderes comunitarios.
Se podría escribir miles de folios sobre lo malo que pasó este año que acaba de finalizar, donde el Estado no supo, no pudo o no quiso dar solución a los problemas de la población. Fue un año perdido, donde las carreteras, los centros de salud, los hospitales, las escuelas son el reflejo de un gobierno fallido que no respondió a darle solución a nada sustancial, y se quedó en el adorno, en la retórica del gobernante, en la destrucción del sistema de justicia. Un año donde el resultado final es la reprobación del equipo gobernante.
Cuando usted lea este escrito, analice, piense, medite si se está inventando. Si su vida dio un cambio hacia estar mejor usted y su familia. Si tiene más ingresos. Si las penas de fin de mes acabaron. Si las deudas desaparecieron o pudo cumplir con sus compromisos sin desvelos ni angustias. Si le da educación de calidad a sus hijas e hijos. Si la comida es abundante para la familia. Si hoy está mejor que hace dos años, entonces es de las pocas personas, poquísimas que lo pueden afirmar. El resto, no.
Llega entonces el 2023, año electoral, y estamos a punto de iniciar el circo más grande del mundo, donde las y los políticos mafiosos y corruptos, harán y desharán para seguir mamando de la teta del Estado, porque han aprendido que allí sí se puede robar sin temor de ir a la cárcel, al menos, con quienes hoy están en el sistema de justicia. La política se ha convertido en la herencia para los familiares de viejos y nuevos políticos, que meten a sus hijos, sus hermanos, a toda la familia, porque saben que solo en el Estado se pueden hacer millonarios(as) de la noche a la mañana.
2023 es un año importante para buscar cambiar el actual sistema de cosas que tanto afectan al país. Se deberá usar el voto para castigar a quienes ya no merecen estar en una posición de poder político y público. Es necesario elegir bien. Con sensatez. Es una nueva oportunidad de intentar cambiar la actual situación que tanto daño le han hecho al país. Se debe tener conciencia de que quienes hoy gobiernan, no han hecho absolutamente nada por mejorar la calidad de vida de la gran mayoría de ciudadanas(os) de este país.
2023, año que decidirá el camino que debe seguir Guatemala. En el país, en los territorios. Aunque se habla de que las elecciones no sirven para nada porque siempre quedan las mismas personas, es importante saber que ese es el discurso de quienes manejan a la opinión pública para llevar agua a su molino. El voto es fundamental para elegir a quienes merecen ser electos. El voto es secreto. El voto es un arma para sacar a los corruptos de sus actuales trincheras. El voto es el poder soberano del pueblo y ojalá, que está vez, sea para elegir a los mejores.