Por Teresa Son
Totonicapán
Según la Real Academia Española tejer significa: “Formar en el telar la tela con la trama y la urdimbre” y “Entrelazar hilos, cordones… para formar telas, trencillas, entre otras”[1]. Partiendo de esta definición intentaremos explicar desde la experiencia de las y los tejedores de Totonicapán, lo que significa tejer y cómo fragua en la vida de la comunidad.
Considerando que nuestro país es multicultural y que el tejido está enraizado a la cultura, los que se realizan en el departamento de Totonicapán no cuentan con una fórmula establecida, pero sí parten de las experiencias de los pueblos, guardando memoria de nuestros antepasados transformandose en una obra de arte. Por ello es impresionante acompañar esta trama de vida representada en cada tejido.
La elaboración de los tejidos, cortes, perrajes, servilletas, algunos güipiles y tela para diversos usos supone dos preparaciones: el de la tela y el de la trama, que detallaré sin un orden específico, sino procurando evidenciar el tiempo, el material y la creatividad empleada.
La preparación del pie de tela como se le conoce, se realiza en un lapso de 3 a 7 días. Se trata de devanar, enmadejar, cazar, plegar y urdir el hilo. Este punto en el que intervienen un aproximado de 6 personas es importante porque es la base para luego plasmar la urdimbre. Las herramientas que se utilizan en su mayoría son de madera para un mejor cuidado del hilo y porque es la particularidad de la historia de nuestros ancestros.
Con referencia a la preparación de la trama en cuanto a la labor, supone amarrar, teñir, desatar, henchir para luego cazarlo; al observar las labores en los tejidos resalta y hace que los toques de combinación le den una vista más original y a través de las figuras la representación cosmogónica de los pueblos. Asimismo, los hilos en sus diversos colores se ponen en una canilla para que esté listo para la urdimbre. Normalmente este proceso se hace en 3 días, con la participación de 4 personas aproximadamente.
En cuanto al hecho mismo de tejer, se realiza en dos o más días, dependiendo de cada persona. Este último proceso necesita de mucha fuerza y destreza para ir entrelazando los hilos e ir plasmando las imágenes. Es una acción de transformación donde se emplea todo el ser: las manos para ir pasando el hilo con una lanzadera y los pies para ir haciendo el amarre en la tela con el hilo, la atención y dedicación para hacer posible la idea que se tiene.
La experiencia de las y los tejedores en este proceso, son experiencias de vida. Lo que significa para muchas familias tener una fuente de ingreso para el día a día. Por otra parte, para quienes nos dedicamos a la tejeduría sabemos muy bien que tejer es la experiencia de crear. Como se explica al inicio del texto, no hay una fórmula, si bien hay algunas figuras presentes en las labores, cada vez que se hace la preparación y el proceso entra la magia de la creatividad, para seguir ofreciendo nuevos matices y estilos.
La elaboración de los tejidos está profundamente enraizada en el ser de los pueblos, es decir, los matices se hacen con resonancia en las diversas etapas de vida de los pueblos y de su identidad. Por ejemplo, se tiene la variedad de matices para las fiestas, y las que representan duelo por la partida de un ser querido. Por ello, conlleva una conciencia del sentido cíclico de la existencia humana.
En cuanto a la calidad de los tejidos depende de la región, lo cual supone la aplicación de distinto material para cada una. Por ser Totonicapán un departamento donde la mayoría se dedica a la tejeduría, se elabora según la demanda y la región que lo solicita.
Normalmente se considera los tejidos típicos como caros, sin embargo esto es solo una imagen que se proyecta, sin contemplar el proceso, sin ser conscientes del arte que contiene y comprender la diversidad de tejidos.
Desde nuestras comunidades cuando portamos la indumentaria, lo hacemos con esa conciencia de creatividad y sobre todo, de identidad. En esto experimentamos dignidad y por ello es una memoria de vida que hemos recibido de nuestros antepasados, que con amor acogemos, cultivamos y trasladamos a las generaciones presentes y futuras.
Al ir encontrando un sentido de trascendencia de lo que soñamos, creamos y ofrecemos a nuestro entorno, damos significado a lo que forjamos, pues el arte de crear en el telar se traslada a nuestra vida. Por años nos ha tocado desatar nudos de indiferencia y marginación hacia nuestras comunidades, de generación en generación buscamos teñir con colores de esperanza, cooperación, transformación. Cada vez más nos preparamos, coordinamos para hacer posible un tejido social más articulado, consciente y crítico.
La experiencia toma fuerza al contemplar nuestros tejidos, es una sensación de conciencia de querer construir un pueblo más justo y digno, ofreciendo en cada tejido nuestras ganas de vivir, de seguir resistiendo, de seguir encontrándonos para caminar desde nuestras diferencias, hacia una vida más humana.
[1] Real Academia Española. (2019) Diccionario de la lengua española, Edición del Tricentenario. (Versión en línea). https://dle.rae.es/tejer 18/07/2020.
Corrección y edición Factor 4