PERIODISMO Y LIBERTAD.

Por Haroldo Sánchez

Los periodistas deben salir a reportear, deben contar la realidad de lo que ocurre en las calles, contar lo que están viendo en este tiempo en sus comunidades, en sus regiones, en el país. En esta época se le pide al periodista que guarde la distancia por la pandemia del coronavirus y para los periodistas esto es difícil. Hay que estar con la gente, cuidarse sí, pero estar con ellos para contar lo que viven en la actual situación, donde el mismo gobierno los ha dejado a la deriva.

El periodismo consiste en ver la realidad y contarla, reportarla, esto por un lado, por el otro, toca enfrentar a quienes tienen el poder. Y los últimos hechos con el periodista Sonny Figueroa, y Plaza Pública, demuestra lo frágil que puede estar un comunicador frente a la maquinaria bien aceitada de la represión, la intimidación, el acoso, la descalificación y la criminalización. El atropello, el abuso de poder, y la violencia se conjugan para acallar al crítico, cuya única arma es su trabajo de denuncia



Desde siempre se nos enseñó que existe algo que jamás hay que olvidar: la base fundamental de esta profesión es la credibilidad; si nuestro público, a quienes llegamos, no nos cree, entonces de nada sirve nuestro trabajo. Hoy en día hay diversas opciones que se pueden escoger para estar informado, así que se debe escoger a quién se cree. Por esto es tan importante contar con periodistas investigativos que llegan más allá para presentar una realidad que muchas veces se intenta ocultar.

Hay que estar claros que en nuestro oficio debemos ser justos y acercarnos siempre a la verdad. Ya no es correcto hacer una nota para dar el punto de vista, por ejemplo, de Hitler y también de sus víctimas, los judíos, porque no son iguales. O en el caso del dictador y de sus víctimas. Pedirle al asesino, al violador, al déspota su versión para contrastarla con los afectados de sus actos, no es la función de un periodista independiente, justo y objetivo.

Esto cambia por completo algunos enunciados de más de uno de los maestros de periodismo, pero ahora hay ocasiones en las que se debe tomar posición, sobre todo, cuando se trata de racismo, discriminación, mentiras y corrupción. Los periodistas, los reporteros, deben enfrentar en estos días una situación muy crítica, porque la realidad lo es y debemos contraponer principios básicos para hacer nuestro trabajo lo más cerca de la gente.

Los periodistas son el contrapoder. Estamos del otro lado del poder. No somos el poder, ni debemos creer nunca, que lo somos. No debemos convertirnos en los voceros de quienes mandan. Menos bajar la cabeza frente a los abusos, las mentiras, los robos descarados de los recursos del Estado. La prensa debe ser parte de la fiscalización de quienes ejercen la función de servidores públicos, y no rendirle pleistesías a ningún político de turno. La dignidad, no tiene precio, ni está en venta.

«Hay que comprender que la libertad de prensa y la libertad de informar, son un derecho establecido en la misma Constitución de la República» (Artículo 35)

Por eso se ha visto en los últimos tiempos que los gobernantes han decidido eliminar las conferencias de prensa, donde no pueden controlar a los periodistas independientes que están allí para formular la pregunta precisa, esas que los otros no pueden o no se atreven a realizar. Son esos los que hacen preguntas sin miedo, y aprovechan la presencia de los funcionarios o personajes públicos para cuestionar sus actos.

Hay que estar consciente que se vive en un país elitista, racista, discriminador y clasista. Quizás siempre haya sido así y las divisiones sociales sean las mismas de siempre, aunque es evidente que hoy se expresan más a través de las redes sociales, y quizás menos por los medios tradicionales de comunicación.

Los periodistas deben comprender cada vez más, que la gente ya no nos necesita como antes, para dar su opinión. Ahora la mayoría tiene acceso a medios de comunicación a través de la tecnología que usamos a diario: celulares, computadoras, internet. Allí vemos esa polarización que aunque real, se mantuvo en silencio hasta que las redes sociales las hicieron más visibles. Se dan algunos eventos, que los medios tradicionales ocultan y son las redes sociales y los medios digitales, los que le dan cobertura y la hacen viral.

A los periodistas las redes sociales les han abierto un mundo diferente. Ahora las redes sociales le permiten a los comunicadores decir lo que no pueden por otros medios. En Guatemala cada vez más se produce este cambio, donde las nuevas generaciones prefieren el uso del celular para conocer lo que ocurre. Las nuevas generaciones son más directas. Más confrontativas. Se muestran incluso, impacientes por ver más cambios en la sociedad, en sus comunidades, en sus vidas. Esta generación maneja redes y celulares como nadie. Allí está el presente y hay que saberlo para estar preparados.

La nueva prensa, los nuevos periodistas y reporteros, tienen que reinventarse ante las demandas de la información. La tecnología llegó para quedarse y se debe hacer uso de ella para mejorar nuestro trabajo, para ampliar nuestros horizontes y el de la gente. Hay que comprender que la libertad de prensa y la libertad de informar, son un derecho establecido en la misma Constitución de la República (Artículo 35) y que ningún funcionario por más alto que esté en la escala política, no lo está por encima del derecho que tiene la ciudadanía, en cualquier parte de Guatemala, a estar informado.

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