Por Pilar Rodriguez , Fotografías facilitadas por Gabriela Alfaro.
Maestra, mamá, alumna, artista, pero sobre todo, humana. Gabriela Alfaro es la personificación de autenticidad, y su arte refleja tanto sus cualidades como las historias que la han formado. Gabriela no define su esencia con ningún título, sino con el ser y el estar que acompañan a todo ser humano durante su viaje por la tierra. El descubrirse para ella ha sido un recorrido y una búsqueda que inició desde hace mucho tiempo. Hasta la fecha lo describe como complejo.
Desde pequeña, sintió un fuerte llamado a las artes, mas las artes escénicas fueron el foco durante esa primera etapa de su vida. Eventualmente, encontró las artes plásticas como medio de expresión y de eso nació el interés por investigar técnicas que le permitieran expresar aquello que llevaba dentro. Es tal su amor al arte que comparte sus conocimientos con las generaciones que la preceden dando clases a niñas y niños , al preguntarle a uno de sus alumnos de 8 años cómo describiría a Gabi su respuesta fue: «Creativa, trata bien a los niños y cae bien, me gusta aprender con ella y explorar las formas y colores, ¡Da clases muy bien! »
La voz de Gabriela siempre la ha acompañado, pero hubo un momento de su vida en el que tuvo que aprender a reencontrarla y a distinguirla entre tanto ruido. El arte fue el mejor terapeuta, y ayudó a desenmarañar ese caos interno que silenciaba la voz interior de la artista; el arte se convirtió en la respuesta a las dudas acumuladas. Es por eso que las técnicas siguen al mensaje, y no al revés. Gabriela demuestra su flexibilidad al no casarse con ninguna técnica artística, sino dándose la oportunidad de romper las reglas y crear desde el alma.
En el año 2020 Gabriela tuvo la oportunidad de exponer sus habilidades de grabado en la Fundación Rozas Botrán. Participó en el evento “Arte en las Calles”, el último año en el que se expusieron varias obras de artistas a través de Mupis alrededor de la ciudad. Debido a la pandemia, únicamente se expone dentro de la galería de zona 14 de la Ciudad de Guatemala. Se escoge una técnica bajo la que los artistas tendrán que trabajar, en el caso de este año, el grabado.
Una de las técnicas que se observan en su exposición en la Fundación Rozas Botrán es la del grabado, al que, en sus palabras, “llegó casi por casualidad”. Luego de recibir un pequeño curso de grabado en la ENAP (Escuela Nacional de Artes Plásticas), en Gabriela germinó la curiosidad por esta técnica. Durante 4 años fue instruida en la habilidad de este nuevo medio de expresión en el Taller de Gráfica, lugar en el que recibió clases con Erick Menchú, artista plástico visual, pintor y grabador guatemalteco, uno de los fundadores del Taller Experimental de Gráfica de Guatemala (TEGG), quien le demostró la flexibilidad del grabado y en qué medios podía trabajarlo. Como todo en la vida de Gabriela, este nuevo conocimiento la estaba preparando para algo más adelante.
En una de las miniaturas presentes en la galería de la fundación, Gabriela comunica la importancia de hacer del ser mismo su hogar. “Mi Casa Soy Yo” es una obra que representa el proceso de la artista de aceptarse a sí misma como un lugar seguro, ya que luego de mudarse numerosas veces a lo largo de su vida, obtuvo la noción de que su cuerpo es su vehículo para crear, el lugar en el que se encuentra toda su esencia.
La carrera de la artista está llena de lo que ella describe como “mini retos.” Una de las piezas más difíciles fue un conjunto de murales en el centro comercial AVIA, los cuales consistían de 2 estructuras montadas en paredes y tejidas con hilo. El realizar estas obras en particular supuso una proeza, pues Gabriela nunca había trabajado en dichas dimensiones. El atreverse y proponerse superar las barreras de lo inexperimentado la llevó a crear algo que impactaba la vista de cada persona que visitaba la exposición y les daba un vistazo de lo que existía en el corazón de Gabriela.
En todas sus otras piezas, el simbolismo se encuentra presente. Casi siempre resulta en su obra un vestido en representación a ella misma y al rol de las mujeres. Muchas veces en su arte ese vestido, es un vestido de niña, que evoca los recuerdos de la niñez de Gabriela. Una de sus memorias favoritas de esta época parece salida de una novela de Isabel Allende: todas las mujeres de su familia sentadas alrededor de una mesa contándose historias mientras cada una realizaba alguna actividad. De estas escenas llenas de confidencia y significado, Gabriela aprendió sobre la vida de sus familiares y desde chica la inspiración para contar esas historias a través del arte fue creciendo en su interior. Esos relatos de tardes en comunidad son el legado que carga consigo misma, pues está convencida de que los seres humanos estamos construidos por historias.
Cada pieza que Gabriela realiza está empapada de estos relatos, lleva un pedazo de cada persona que la ha formado y sobre todo, está plasmada de cada momento que ha formado su perspectiva. Una de las primeras piezas que realizó fue un vestido con una falda llena de fotos antiguas, la cual se titula “Hija de Su Madre”. En esa obra reconoce que está conformada por un poco de cada mujer que ha tocado su vida.
Otra pieza que resalta para Gabriela es compuesta por una fotografía antigua, un poco borrosa, e intervenida con bordado. Esta obra en particular representa una época en la que la artista se topó con muchos sentimientos encontrados. Luego de que esta le fuera devuelta en el 2020, decidió guardarla y empaquetarla con el fin de ya no tenerla expuesta en casa, pero la redención se encontró con el arte al recibir una propuesta para agregar el cuadro a una colección de un banco en Washington. El verla en su propio espacio causaba que recuerdos de la época se revivieran, pero enviar su arte a formar parte de una colección importante al extranjero le dio un giro de 180 grados a la perspectiva que Gabriela tenía de dicha pieza.
La pasión por la historia de cada ser humano no excluye a aquellos que nacieron en su tierra natal. Al crecer y vivir en Guatemala, esta se enlaza fuertemente a cada obra de arte que Gabriela realiza. Los relatos de vida de aquellos que la artista ha conocido en nuestro país, sus alegrías y tristezas, todo ha sumado al enriquecimiento de su trabajo.
Actualmente Gabriela trabaja temas un poco más universales, pues la crisis de la COVID 19 la hizo sentir un cambio de dirección, un nuevo camino en el que se deja guiar por la intuición. El 2020 le mostró a la artista lo que era realmente importante, fue un año de introspección y de dar un clavado hacia lo más profundo. Por eso, a donde se dirige es un camino en el que ha encontrado que existe una conexión; lo que afecta a una persona, afecta a todas. No es solo una conexión entre seres humanos, sino también con nuestra madre tierra. Su arte nos invita a abrir los ojos y a darnos cuenta que venimos de la misma fuente.