Por Haroldo Sánchez
La presidenta de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (AGEI), doctora Nancy Sandoval, advierte en esta entrevista que en el hospital Roosevelt no se cuenta con recurso humano suficiente para, los entre, 150 y 210 pacientes que llevan muchas semanas atendiendo. Además, señala su preocupación ante el alza de casos con requerimiento de hospitalización y el gran número de muertes. Afirma que si no se acciona y no se tiene un plan que vaya encaminado a detener la transmisión comunitaria sostenida, se tendrán más personas afectadas y el numero de muertes seguirán subiendo.
Doctora Sandoval, luego de más de cien días del anuncio del primer caso de Covid-19 en el país, ¿cuál es la lectura que hace de este tiempo?
Estamos justamente a 4 meses desde ése día y nos encontramos en la fase que tanto nos adelantamos a decir que sucedería si no atendíamos correctamente la preparación ante la pandemia del COVID-19 : la de transmisión comunitaria sostenida que va en escalada y sin control.
El gobierno insiste en que se dieron los insumos suficientes en los hospitales que no eran Covid-19, ¿es esto cierto y sino, cómo afecta la atención a quienes buscan atención?
El sistema de salud del país es a nivel mundial de los más deficientes. Pese a insistir, como comunidad académica y científica, con las nuevas autoridades ministeriales, seguimos siendo el país de la región en rojo, por no contar con programas de control de infecciones asociadas a servicios de salud o seguridad del paciente. No contamos ni con programas de control de Resistencias Antimicrobianas, en la mayoría de los centros de atención a pacientes en toda la red hospitalaria y de salud, a nivel nacional. Estos y los que parcialmente funcionan, hubiesen podido responder localmente en cada unidad, levantando las alarmas del nivel o estado de abastecimiento de insumos, para el Equipo de Protección Personal (EPP) y su respectiva capacitación en uso y prevención de control de infecciones, incluidos COVID-19. Como son inexistentes y los que hay son inoperantes, nos encontramos con que no existe un control ni equipo que se encarga de dirigir en este sentido. En el Hospital Roosevelt, el Comité de seguridad de paciente, a través del Subcomité de Control de Infecciones del Departamento de Medicina Interna, hemos insistido y tratado de velar porque contemos con el EPP básico y mínimo, así como la dirección y gestión del equipo COVID-19 y las direcciones; pero no ha sido fácil por los procesos burocráticos en las compras y los candados presupuestarios, así como la limitante de acceso por disposiciones políticas de Estados Unidos, para exportar al país.
¿Cuáles son las grandes necesidades que tienen hospitales como el Roosevelt en estos momentos?
Hay algo que hay que resaltar. Cuando la gente habla de número de camas, no se detiene a pensar que los pacientes no son una cama inerte, son personas enfermas que requieren cuidados y atención y no contamos con recurso humano suficiente para los 150-210 pacientes que llevamos muchas semanas manejando. Hablo de médicos, especialistas, subespecialistas, enfermería, personal de intendencia, auxiliares, entre otros. La gran mayoría del personal estamos actualmente dedicados a la atención de pacientes COVID-19, y un aproximando de 15-20% a las enfermedades que no dejan de llegar, porque somos un hospital nacional de referencia. Aquí descontamos al personal que tiene que ir a cuarentena y otros a aislamiento relacionado con infección de COVID-19. Los espacios habilitados adaptados para COVID-19, no todos cuentan con tomas de oxígeno, las camas de cuidados críticos están llenas y sabemos que casí todos los pacientes que llegan a la emergencia de nuestro hospital, están en estado crítico. Hemos reiteradamente expuesto esta situación en estos meses y seguimos esperando una respuesta a la solicitud de contar con un hospital para poder referir a los pacientes críticos, pues nos preocupa la situación y el alza de casos con requerimiento de hospitalización y muertes.
El nombramiento del doctor Edwin Asturias provocó diversas expectativas, ¿qué cambios considera se han dado desde que asumió al frente de la COPRECOVID?
No he visto ningún cambio, aparte de un poco más de claridad y orden en la presentación de los datos. Parece ser que el objetivo principal de esta comisión es la reactivación económica y no hemos tenido evidencia técnica de que estemos en condiciones para considerar esto, mientras no veamos un plan que hable del manejo y respuesta a la transmisión comunitaria sostenida en escalada del SARS-Cov2 y su control.
¿Qué se debería hacer para que esta comisión sea útil en la lucha contra el coronavirus?
A mi me gustaría conocer realmente, y estar clara, si es esa su misión. No veo que sea la lucha contra la COVID-19, y que responda a las necesidades de país. Debería ser prioritario considerar el recurso humano en atención de primera línea y su fortalecimiento de capacidades y competencias a través de formación, educación médica continua, facilitando guías o protocolos de manejo de atención primaria y hospitalaria, fortalecer y/o considerar el sistema de salud actualmente insuficiente, para atender la casuística que como clínicos, se exponen públicamente en el día a día, donde evidenciamos que estamos saturados más allá del colapso en el que habitualmente nos manejamos. Seguimos a la espera de la descentralización y disponibilidad de pruebas suficientes, así como el adecuado rastreo y monitoreo de casos y contactos y que además sea más representativo de la realidad. Tenemos que tener claro que si no se controla la pandemia será muy difícil tener un panorama en el que exista un momento adecuado y sin riesgos, para la reapertura económica como planean.
Cuando escucha que se pone a los médicos como héroes y se piden aplausos por su labor, ¿qué reacción le provoca?
Cuando las personas lo hacen genuinamente lo agradezco, porque hay tanta gente que nos apoya y respalda con palabras y hechos. Cuando lo hacen las autoridades o delegados sin ocuparse de agilizar y hacer real el pago de colegas y compañeros de trabajo o que no se preocupan por hacer eficiente el proceso de pago de, por ejemplo, los médicos y personal sanitario del Parque de La Industria, de los médicos residentes, los de segunda especialidad nacionales y extranjeros y quienes no perciben pago en lo que va del año, eso entristece es desagradable y desmotiva.
Usted tiene contactos con los médicos del Roosevelt, ¿en qué situación se encuentran estos días?
Los médicos que trabajan en el área de emergencias son los que llevan la peor carga, tanto asistencial como emocional. Muchas veces, sin todo el apoyo. No ha sido fácil. Por otro lado, la impotencia y frustración que como personal sanitario enfocado siempre en una atención digna y de calidad a los pacientes, para el que nos formamos, queremos apoyarles brindándoles espacio traducido en camas para que puedan minimizar el hacinamiento en el que por las condiciones y situación actual, toca lidiar. En los encamamientos también hay recargo de trabajo y esto viene desde hace meses, enfrentando también lo que conlleva las bajas que la COVID-19, nos trae como personal de cara a la atención directa de los pacientes.
Durante esta pandemia, se produjo la muerte de personal médico y de enfermería. ¿Cómo los afecta y cómo viven esta situación?
Esto es muy duro. Colegas y familiares cercanos de personal sanitario que son nuestros amigos, colegas o parte de nuestro equipo han fallecido y no hay palabras, tan sólo no salen… Toca arroparnos, apoyarnos y sobre todo, estar pendientes de las necesidades básicas de cada uno. Nosotros tratamos de suplir con donativos que gente con un enorme corazón y sentido de solidaridad, nos respalda con alimentación, artículos de limpieza y otros detalles. Quisiera agradecer a todos los que saben quiénes son y a las y los intermediarios que nos acercan a estos donantes: ¡Muchas Gracias!
¿Qué sentimientos le produce ver caer a compañeros de profesión, e incluso a familiares cercanos?
Dolor. Impotencia. Frustración. Tristeza. Motivación. Siento que debo seguir adelante, levantarme y apoyar al equipo y a las colegas y amigas que están en primera línea, directamente viviendo estas sensaciones y se topan con que no hay lugar a dónde trasladar a los pacientes que muchas veces son de los nuestros y otras son nuestros familiares.
El coronavirus es altamente contagioso, y por eso se requiere de un equipo de protección. ¿Lo tienen en la actualidad los trabajadores de la salud, luego de tres meses de atender enfermos?
En el hospital Roosevelt hemos tenido una relación directa con las direcciones y encargados de las compras del EPP, y damos seguimiento a este tema porque sabemos que la prioridad son nuestros pacientes, pero lo más importante en la prevención de control de infecciones incluido COVID-19, en la disponibilidad y correcto uso de este equipo de protección personal. Por diversas razones tenemos muchas limitantes en poder contar con estos insumos a largo y mediano plazo; pensamos que no debería ser así y debe estar garantizados. El personal no deberíamos padecer o sentir nunca inseguridad, ante un potencial desabastecimiento.
En el hospital provisional del Parque de La Industria el personal denuncia falta de pago. ¿Cómo afecta estar tres meses sin salario y con el miedo de contagiar a sus familiares?
Hasta hace un año pasé a pertenecer a un renglón permanente y mientras fui personal por contrato, la gran mayoría de años recibí el pago hasta 3-4 meses después de iniciado el año. Puedo decirle que es muy difícil porque los pagos y compromisos no se solucionan con buena voluntad, ni buenos deseos. Aunque el personal médico muchas veces tiene otra fuente de ingreso, en esta pandemia de COVID-19, muchos hemos tenido que dejar de atender nuestras clínicas y muchas actividades en las que generamos ingreso económico, por no tener fuerzas ni el tiempo para realizarlas. Anímicamente también afecta, desmotiva. Por el tema del miedo a contagiar a los familiares, muchos hacemos una cuaretena casí voluntaria y la separación física de nuestros seres queridos, lo que también nos afecta, pero no todos pueden hacerlo por las condiciones individuales y personales por lo que se hace muy díficil seguir la rutina y adaptar los protocolos extremando medidas de protección e higiene, cuando se llega a casa. Esta parte es muy difícil de llevar, pues antes de la COVID-19, con las condiciones de salud en que trabajamos, el refugio con los nuestros nos mantiene de pie y ahora toca muchas veces que sea a través del teléfono o dispositivos que acercan distancia, pero no es lo mismo.
¿Hacia dónde irá Guatemala en los próximos meses, si estamos llegando casi a los mil contagiados diarios?
Quisiera pensar que las decisiones a corto plazo se tomarán, de acuerdo a recomendaciones técnicas, porque de otra manera, el resultado será muy negativo y sombrío. Los casos principalmente críticos, sin acceso a atención de salud, tanto privada como salud pública, así como los fallecidos, irán en escalada.
Al día de hoy, hay más de 27 mil personas con Covid-19. Eso sobrepasa por mucho el número de camas disponibles. ¿Qué se hace con los que llegan a los hospitales en la búsqueda de atención?
Es la pregunta que deben contestar las autoridades ministeriales y gubernamentales a quienes les hemos insistido en exponer y hacer ver la realidad nacional. Sin embargo, insisten en centrarse en el número de camas de los hospitales temporales que siguen sin tener las capacidades necesarias y el personal suficiente para optimizar la atención de pacientes críticos que es por algo que fueron creados.
Si estuviera al frente del combate de esta pandemia, ¿qué haría para mejorar la atención de los contagiados?
Estoy donde tengo que estar, con el equipo que día a día hace su mejor esfuerzo por servir a los pacientes, al equipo COVID-19, al personal que da la cara por los pacientes, a las y los médicos que no podemos dar la atención que quisiéramos, pero que sabemos que la merecen y a ellos también nos debemos. Es importante escuchar al personal y las alarmas y banderas que hemos levantado, porque sino se acciona, no se tiene un plan que vaya encaminado a detener la transmisión comunitaria sostenida en la que estamos, más personas afectadas y muertes seguirán sucediendo.
¿Qué se debe hacer para que no haya gente que muera en las calles sin atención?
Ante un deficiente y desatendido primer y tercer nivel de atención en salud pública nacional, es urgente implementar protocolos estandarizados y/o directrices claras de acción en atención a pacientes con COVID-19, tanto casos leves como críticos. Se debe optimizar la comunicación para que sea efectiva y llegue a todos y todas los guatemaltecos, así como intensificar la información y educación en salud con énfasis en el tema de prevención y actuación ante COVID-19, a la población en general y en el manejo en casa, cuando se padece la enfermedad o hay una persona enferma en el hogar, ¿cuáles son los signos de alarma y a dónde acudir para atención?, facilitar un canal de atención telefónica para detección de potenciales casos en deterioro y su seguimiento; la manera correcta de vuelta al trabajo y finalización del aislamiento. Se requiere que den respuesta y habiliten más centros de atención de pacientes críticos, porque los actuales no están siendo suficientes ni en salud pública ni en privada, y esto es grave.