Por Ileana Recinos
Obtener el reconocimiento a esta lucha que se conmemora cada 8 de marzo, no ha sido un camino fácil. En él, muchas mujeres han alzado la voz, entregado esfuerzos y hasta sus vidas, para lograr ese reconocimiento nacional e internacional.
Este 8 de marzo se cumple un año más en donde convergen esas luchas, que se convierte en la posibilidad de visibilizar esas historias, que vienen de años, de generaciones, que son las de muchas, las de todas. Luchas a favor de la justicia, la igualdad y el desarrollo.
Esta fecha tiene raíces profundas, su conmemoración se convierte en la lucha de las mujeres porque su rol en la sociedad sea en circunstancias más equitativas y de igualdad, mejores condiciones de trabajo, con mayor seguridad, con más expectativas profesionales, porque esas condiciones son las que permiten realizar sus metas y sus planes en general, que también reivindican a sus familias y sus pueblos.
Sueños, anhelos e ideales
Cuando preguntamos a las mujeres: ¿Con qué sueñan? ¿Qué anhelan? ¿Cuál es su ideal en la vida?, -son preguntas que podrían ser sencillas de responder- sin embargo, al hacerlas afloran los sentimientos, la mirada cambia y en el mejor de los casos, las sonrisas aparecen. Bien por todas aquellas que han logrado cumplirlos y aún se plantean muchas metas más, pero sin duda habrá también un mundo en donde convergen todas aquellas historias que no han tenido un final feliz, que quedaron en sueños e ideales pendientes, no por falta de interés o perseverancia, sino porque las circunstancias no fueron positivas desde su contexto familiar o la falta del apoyo por el gobierno y el Estado, obligado a prever, por estados y gobiernos que no llegan.
Un día antes de que se conmemore en el país el 8 de marzo, 7 historias, 7 mujeres, comparten sus sueños:
Igualdad y equidad
Frecuentemente se piensa que estos términos son sinónimos, sin embargo, son términos distintos con implicaciones diferentes a nivel social. Ambos términos implican justicia social. La igualdad se concentra en tratar a todas las personas por igual ante la ley, sin discriminación ni privilegios, es decir, un trato igualitario sin importar diferencias de género, étnia, estatus socioeconómico, religión, ideología o cualquier otra característica que pudiera verse como diferenciadora. En este sentido, en 1948 las Naciones Unidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, estableció la igualdad como un derecho humano.
La equidad por aparte, es el principio de dar a todos el mismo trato considerando su situación específica y necesidades, en ella está inmersa la igualdad, pero se pretende impartir justicia, teniendo en cuenta que cada quién es diferente pues, aunque como seres humanos tenemos los mismos derechos, nuestras necesidades y situaciones individuales, son diferentes.
“La equidad apunta a la igualdad de oportunidades individuales para la satisfacción de un conjunto de necesidades básicas o aspiraciones definidas socialmente, la igualdad apunta a la distancia entre categorías sociales respecto del poder y la riqueza, o si se quiere del acceso de instrumentos que determinan el poder sobre lo personal y el entorno. Una sociedad puede ser a la vez equitativa y desigual”, indica Manuel Antonio Garretón, sociólogo chileno.
La filósofa española Amelia Varcárcel, indica que: “La igualdad es ética y la equidad es política”. Es por ello entonces que no podemos prescindir de ninguna de las dos y se hace sumamente importante conocer lo que implica cada uno de los términos.
¿Por qué el reconocimiento a las mujeres?
Porque ha sido el resultado de un extenso proceso que ha requerido transitar hacia una nueva etapa. En ese camino sin duda habrá detractores. Pero no hay nada más poderoso que la decisión y la acción de una mujer, que se percata de su fuerza. Y nada más esperanzador que esa fuerza se use en la búsqueda de un mundo de igualdad y equitativo, para ella y las nuevas generaciones.
En el camino presenciamos muchas veces cómo hay, y seguirá habiendo, muchas mujeres enfrentando sus desafíos, creando, luchando, produciendo, soñando, amando y descubriendo el mundo al que tienen derecho, pero la igualdad sustantiva aún no está presente. Ser mujer sigue siendo uno de los mayores retos en nuestra sociedad, se lucha por la sobrevivencia, la seguridad, la educación, la salud y más aún, por el respeto a nuestra integridad y nuestros derechos.
A hombres y mujeres les corresponde poner en marcha la decisión y la acción para enfrentar injusticias de diferente índole y de cotidiana presencia en la sociedad. Sin duda se ha avanzado mucho, pero aún el camino es largo y las oportunidades en el terreno de la lucha por la igualdad, serán de aprovecharse y quienes ocupan espacios desde los cuales se puede influir, están obligadas a sumar esa fuerza para construir una mejor sociedad.
¡La lucha de la mujer es constante, sus sueños son el motor para lograr lo posible!