Por: Guillermo Castillo
Analista. Inmigrante guatemalteco
Me dirijo a los lideres de la sociedad civil, la iglesia, los medios de comunicación y líderes comunitarios. Primero, debemos entender que el migrante se enfrenta en tres distintos niveles al coronavirus: 1) los que están dentro de Estados Unidos, 2) los que están en los centros de detención 3) los que están en la frontera sur de Estados Unidos o México. En esas tres variantes, pondré en contexto la situación.
Dentro de Estados Unidos existen dos divisiones: los estados santuario y los estados racistas. En los estados santuario, como California, los migrantes efectivamente tienen acceso o mayor atención a los tests, lo cual puede derivar en un mayor control y coordinación con autoridades locales, en focos de ayuda o de información o de emergencia, por lo cual los migrantes tienen mayor recepción a coordinar con autoridades locales.
Sin embargo, podemos observar en el caso de Nueva York, que el 34% de los fallecimientos son hispanos, muchos de los cuales están en las primeras líneas de defensa. Esto se debe a varias razones, primero a que no hay una ayuda económica hacia la comunidad indocumentada. Entonces, esto fuerza a que la comunidad latina tenga que salir a trabajar.
También está el tema del miedo al país, a que lo estigmaticen, el miedo a llegar al hospital, que solo le den un Taylenol y le digan que regrese cuando esté más enfermo y, al final, el miedo a la barrera del idioma. Las personas prefieren tratar de curarse en casa y en algunos casos a los que hemos dado acompañamiento, las personas mencionan que prefieren morir en su apartamento o en su casa y que se les busque ayuda espiritual a tener que enfrentar un proceso donde saben que en el hospital no los van a atender y son personas desechables.
Esta situación genera un mayor temor y que se diga: “mejor no busco ayuda, me quedo en mi casa, espero ayuda espiritual, y muero”. Eso se verá reflejado en las muertes en casas y apartamentos, que ya es algo real en el estado de Nueva York. De esos fallecidos, que serán muchos, no podrán ser reclamados por sus familiares. Los migrantes tendrán que ser sepultados en fosas comunes como ya se está sucediendo.Y ante esto, lógicamente, los familiares y los amigos de los migrantes no están registrando las muertes ante las autoridades de sus países de origen, porque son temas burocráticos en los que nadie se quiere meter en este momento. Si existiera un procedimiento sencillo sería excelente. Al final, todos sabremos que existió esa persona, pero no quedará registrado en ningún gobierno de Centroamérica.
En los estados santuario, esa es la situación; en los estados racistas republicanos, es más complejo, porque no solo no hay acceso al test, se necesita la referencia de un doctor primario y para que tenga un doctor primario, tiene que tener acceso a un seguro médico, y para tener un seguro medico necesita un seguro social. Así es que los indocumentados en estados racistas, no van a buscar la ayuda de las autoridades porque les tienen mucho miedo. Entre los migrantes, no hay confianza con las autoridades de Estados Unidos. Eso hace que la gente también trate de curarse en casa, lo mismo que sucede en Nueva York.
En los estados republicanos, es muy probable que tengan más difícil el tema de la recuperación y contención, debido a que los hispanos no van a acudir a ningún lado. Ningún gobernador está haciendo campañas en español, ni campañas de concientización, ni acceso a la comunidad, ni programa de radio. Nada. Estamos solos. Esa es la realidad.
Ahora bien, desde el punto de vista de los migrantes en la frontera de Estados Unidos con México, la realidad es igual de dura, pues allí se ven enfrentados al tema de la trata sexual de mujeres y niños, los secuestros, las desapariciones y además, los refugios temporales donde también pueden ser un foco de contaminación del coronavirus.Ante el temor, la gente prefiere regresar a sus países de origen. La situación ahorita en este momento es crítica, también en los centros de detención y albergues, que son aproximadamente 200 en Estados Unidos, los cuales albergan a más 40,000 personas detenidas. La población específica de guatemaltecos en estos centros de detención, no ha sido aún corroborada por alguna autoridad.
Debemos pensar que las personas que están regresando de Estados Unidos a la frontera sur con México, son de Guatemala, El Salvador Honduras y de otras naciones, quienes buscan regresar a sus países de origen. Por eso no podemos pensar que únicamente guatemaltecos van a llegar a Guatemala. Va a ser al revés. Va a ser una afluencia de inmigrantes en la frontera norte de Guatemala.
Y aunque las fronteras estén cerradas, las personas van a entrar por los puntos ciegos. Además, está la cuestión que hay que revisar: la protección de los migrantes en tránsito. Porque se debe velar por la seguridad de ellos y no estigmatizarlos. Esto requiere una decisión del Ejecutivo, de los diputados, y gobernadores de los departamentos fronterizos con México, como a su vez en coordinación con los alcaldes para brindar acompañamiento a centro de monitoreo departamental, al menos en esos departamentos fronterizos. No hablamos aquí de los 22 departamentos del país.
Esto permitiría el ingreso de los migrantes en forma ordenada y controlada. Ya el ministerio de Relaciones Exteriores implementó dos centros de monitoreo en la capital, descentralizados. Debería suceder esto mismo en los departamentos del área del norte. En esto, se requiere la voluntad política y social, porque no va a pasar más de una semana o semana y media en que se verán inundados de migrantes en Guatemala. Se debe hacer énfasis que no debe estigmatisarse al migrante en nuestros países de origen, que es lo mismo que está haciendo Estados Unidos. Debe brindarse un salvoconducto, una salvaguardia al migrante que muchas veces ha contribuido al país y en esta ocasión necesita el auxilio de nuestras propias autoridades.
Entiéndase que esto no es un esfuerzo solo del Ejecutivo, es también de los alcaldes, líderes comunitarios, diputados, gobernadores, todos sin excepción, debemos sumarnos a salvaguardar a los migrantes que van a regresar y a la vez, proteger a los ciudadanos de nuestros países. Eso es inevitable, la política de Estados Unidos está clara y ahora cualquier migrante que se presente a la frontera de Estados Unidos con México, puede ser considerado una amenaza a la salud pública del país y puede ser considerado amenaza a la seguridad nacional.Si llegan por la frontera serán rápidamente expulsados y si llegan por puntos ciegos, los grupos armados de esas áreas, pueden invocar la 2da. Enmienda, y hacer uso de sus armas en contra de estas personas y nadie va a poder defenderlos: ni abogados, ni grupos comunitarios, ni nadie, porque realmente ya es una consideración de amenaza nacional y ya no podemos hacer nada.
Por favor, es importante que los que toman decisiones en cuestiones políticas y económicas, evalúen esto. Y les doy un consejo: no vengan a Estados Unidos ahora, porque pueden ser puestos en grave peligro los hombres, las madres, los niños. Si van a estar en México, es otra cosa. Pero si es a Estados Unidos, es una política muy dura, muy difícil y no podemos ya defenderlos, en ningún espacio.
La política migratoria en Estados Unidos cambió completamente. Por favor, reitero, ayudemos a salvar a las personas en los centros de detención, que sólo tienen la decisión de salir deportados para salvar su vida, o enfrentar la muerte en esos centros de detención. Ayudemos a salvar a los migrantes que están en la frontera sur de Estados Unidos, que regresan con el temor de ser sometidos a riesgos más altos como es el coronavirus y todavía la estigmatización del país de origen.
Así que ayudemos a darles la bienvenida, ayudemos a que tengan ese centro de monitoreo por 14 días en departamentos del norte de Guatemala. Y sumen todos los esfuerzos de los alcaldes y los gobernadores. Esto no es una tarea solo del Ejecutivo, es una tarea nacional.
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