Por Daniela Sánchez Lemus y Rony Morales.
Hacer conciencia de qué son los Organismos Modificados Genéticamente (OMG), es también hablar de la relación de las personas con su entorno, qué comen, sus prácticas agrícolas, el entorno de sus viviendas, lo que siembran y cosechan, etc.
¿Por qué el rechazo a lo transgénico? Además de sus consecuencias negativas a la salud y a la naturaleza, los OMG se perciben como una amenaza a la integridad cultural y social del país. Las nuevas semillas generan ganancias, lo cual obliga a los agricultores a abandonar sus semillas locales por semillas híbridas. Con el paso del tiempo, el precio de las nuevas semillas aumentó, repercutiendo directamente en el valor de los alimentos, por ende, también afecta al productor, al vendedor, y al consumidor.
Con el aumento del monopolio de las empresas biotecnológicas, el consumidor queda a merced de los cambios fluctuantes de un mercado cuyo mecanismo desconoce, por ser un modelo destructivo, asociado a la deforestación, consume enormes cantidades de agua, requiriendo de productos químicos los cuales provocan emisiones de gases efecto invernadero, perjudicando a los pequeños agricultores y productores.
Una de las razones por las que los transgénicos pasan desapercibidos en la conciencia colectiva, es por razones estéticas y de aparente calidad. Por ejemplo, la actitud favorable hacia los transgénicos, puede darse en relación al poder adquisitivo, en donde impera la lógica del libre mercado, en donde monopolizar no es sinónimo de pobreza. Sin embargo, para el pequeño agricultor, sus ganancias se ven mermadas ante la injusta competencia, que no solo los aparta del camino, y se queda con un mercado que debería ser libre, por lo tanto alimentarnos sanamente, tiene que ser parte de nuestros derechos fundamentales.
La respuesta siempre será la de apostar por una cultura de agricultura ecológica, la cual beneficie a productores y consumidores. Está comprobado que existen alternativas más seguras a los transgénicos. No sin razón el cultivo de OMG, está prohibido en nueve países de la Unión Europea: Francia, Alemania, Austria, Grecia, Luxemburgo, Irlanda, Polonia, Hungría e Italia.
En Guatemala es la Red Nacional de Soberanía Alimentaria (REDSAG), donde convergen más de 200 organizaciones, quienes, en este momento, se enfocan en hacer posible asumir en las comunidades un enfoque agroecológico, buscando la defensa y construcción de una Soberanía Alimentaria.
Por ello, los defensores de las semillas criollas y nativas, articulados en la Alianza por la Defensa de la Biodiversidad en Guatemala y la Red Nacional por la Defensa de la Soberanía Alimentaria en Guatemala (REDSAG), el Bufete de Pueblos Indígenas (BPI), Asociación Ceiba y el Comité de Unidad Campesina (CUC), mediante una conferencia de prensa, frente a la Corte de Constitucionalidad (CC), rechazaron de manera contundente la grave y negativa resolución de esta alta corte la Corte de Guatemala, sobre el «Reglamento técnico de bioseguridad de organismos vivos modificados para uso agropecuario”, según resolución Ministerial-UA No.60-2019,el cual entró en vigencia el 01de octubre del 2019.
Para esas organizaciones, el reglamento tiene como ámbito de aplicación la producción y comercialización de semillas genéticamente modificadas (transgénicas), dentro del país, lo cual perciben con especial preocupación, ante la inminente pérdida de la biodiversidad en las diferentes regiones de Guatemala.
Cuestionan que la CC, declaró sin lugar una acción de inconstitucionalidad interpuesta en contra del Reglamento de Organismos Vivos Modificados o Transgénicos. Acuerdo ministerial emitido por el Ministerio de Agricultura Ganadería y Alimentación (MAGA), y el Ministerio de Economía (MINECO), el cual perjudica a los pueblos originarios, verdaderos guardianes de las semillas, quienes nunca fueron consultados.
Preocupa de que detrás de estas resoluciones prevalezca la presión del capital empresarial y trasnacional, sectores, que a juicio de las organizaciones comunitarias, continuarán beneficiándose con el reglamento. Afirmaron que estas normativas son dañinas para la biodiversidad, para las semillas nativas y para la salud de la población y a su criterio, pone en riesgo el derecho a la alimentación, como se denunció en el Congreso de la República, el 2014, cuando se aprobó la Ley Monsanto, la cual tuvo el rechazo de los pueblos indígenas y obligó a dar marcha atrás a los congresistas.
Al abrir las puertas a las transnacionales de semillas (agrotóxicos y fármacos), para la utilización de Organismos Vivos Modificados y agrovenenos en el país, se contribuye al aumento de la contaminación en el campo y el ambiente, por solo responder a los intereses económicos de las empresas transnacionales, en detrimento de calidad ambiental y la economía de las familias empobrecidas del país, provocan asi, un efecto perjudicial en los polinizadores de la biodiversidad.
Exigen a las autoridades competentes, dar marcha atrás y dejar sin efecto el reglamento, y que den lectura a los documentos presentados a la CC, donde se describen los problemas que causan los transgénicos.