El ser humano se ha cargado el planeta. Desde hace cientos de años, se le ha dado la espalda a la conservación de los bienes naturales, y la contaminación de ríos, lagos y mares es tan solo un pequeño ejemplo de lo que el ser humano le ha hecho a la Tierra. Bosques arrasados por la ambición, montañas destrozadas por el paso de la civilización, han ido sembrando el camino de la destrucción del medio ambiente. Se ha perjudicado la flora y la fauna en todos los continentes.
Hoy, frente a la pandemia, en muchos lugares del mundo, las sociedades están enfrentando una lucha desigual frente a un virus que está diezmando a la población. El contagio ha sido terrible y de China saltó hacia los países de Asia, para luego brincar a Europa, donde ninguna de las naciones del Viejo Continente está a salvo. Después pasó a Estados Unidos y luego a América Latina. Igual, está en África y Oceanía.
Un mundo desigual, donde la inmensa mayoría de sus habitantes están situados bajo la línea de la pobreza y la miseria. Sociedades bajo el influjo del consumismo y la adoración por los bienes materiales. Todos hemos sido víctimas de un capitalismo inhumano y voraz, que se consume lo más sagrado de las personas: los hace fríos, insensibles y poco empáticos con los demás.Estos días en millones de hogares hay luto y dolor. Son miles los contagiados y se cuenta ya por miles los muertos. Nadie está a salvo del coronavirus y el mundo no sabe cómo enfrentar esta pandemia que nos ha puesto de cara a la realidad: las diferencias entre quienes tienen y los que nada poseen.
Los sistemas creados por el hombre, en este instante sucumben ante un acontecimiento que nadie vislumbraba. En la mayoría de países los sistemas de salud dieron un carpetazo por lo público y se enfocaron en la salud privada. En los hospitales públicos se negó su crecimiento, su capacidad, y se fueron quedando en abandono de recursos. Mientras tanto, crecían los hospitales y centros de salud privados, donde se encuentra la mayoría de profesionales de la salud con buenos salarios, rodeados de los mejores equipos para desarrollar su labor. Pero allí solo acceden los que pueden pagar. El resto, quedó totalmente desprotegido.
Y esto no solo pasó en Guatemala. También en Estados Unidos, y la inmensa mayoría de países latinoamericanos. Aquí tan solo se repitió lo que en su momento se pensó era la solución: privatizar los servicios públicos, al decir que lo público era malo y deficiente y que lo privado daba un mejor servicio. La salud entonces, se convirtió en un servicio que se paga con el bolsillo de las personas, cuando tienen ese dinero. Ahora el covid-19 desnuda con toda su crudeza que los Estados se equivocaron al dejar de lado los servicios públicos de salud. Cuando la gente no tiene acceso a pagar por los servicios de salud, una sociedad se enferma, queda coja y sin respuesta la responsabilidad de los gobiernos para dar ese satisfactor social a la gente.
Las sociedades pueden convivir con esos sectores tan diversos. Pero sin privilegiar a uno sobre el otro. Es decir, quien tiene recursos para pagar la mejor atención en salud, que lo haga. Esa gente de clase media trabajadora, debe igual tener la posibilidad de ser atendida en el Seguro Social. Y aquellos que son la gran mayoría de personas sin recursos, la red hospitalaria nacional debe estar preparada para su atención. Los sistemas de salud del mundo han fallado frente a esta pandemia. Si los países del primer mundo como España, Italia y Estados Unidos sucumbieron, el resto de naciones pobres serán devastadas.
Ojalá que los líderes del mundo comprendan que esto cambió para siempre la vida de sus poblaciones. Las naciones que dejaron de lado la salud pública, deberán cambiar y priorizar presupuestos para salud. Proteger y dotar al personal sanitario de los mejores equipos disponibles en el mercado, para que la atención sea igual para todos los seres humanos. El virus en realidad, hemos sido nosotros, los seres humanos, que dejamos de lado las cosas importantes para abrazar a los falsos ídolos, que abundan en todas nuestras sociedades. Hemos lastimado y herido al planeta. Y ahora, todos, ricos y pobres, se dan cuenta de cuán vulnerables somos.