Según Wikipedia el circo es un espectáculo artístico, normalmente itinerante, que puede incluir a acróbatas, contorsionistas, equilibristas, escapistas, forzudos, hombres bala, magos, malabaristas, mimos, monociclistas, payasos, titiriteros, tragafuegos, tragasables, trapecistas, ventrílocuos, zanqueros y animales salvajes domesticados. Es presentado en el interior de una gran carpa que cuenta con pistas y galerías de asientos para el público. Las pistas de los circos suelen ser áreas circulares donde se presentan las funciones; por consiguiente, el circo de tres pistas es considerado más atractivo por la variedad de espectáculos que se disfrutan al mismo tiempo.
Por Haroldo Sánchez
La primera vez que vi el espectáculo de un circo, me quedé sin poder dormir esa noche. Mi padre decidió llevarnos con mis hermanos a ver un circo famoso, que incluía en su espectáculo a unos motoristas que daban vueltas en grandes esferas. Durante ese acto, sufrí al pensar en qué momento se iban a caer. Mi imaginación infantil era presa de la emoción y del miedo irracional. Temblaba. Sudaba. Y mi corazón palpitaba como desesperado. Después, vi volar a hombres y mujeres en lo más alto de la carpa, como aves sin alas, mientras yo, atrapado por el temor que se fueran a desplomar; los imaginaba estrellados en el suelo del circo. Pero nada pasó. Y yo sufría por gusto.
La parte más relajante fueron los payasos. Esos seres estrambóticos con enormes zapatos, pelos de colores, narices rojas y trajes enormes que contaban chistes o se ponían a darse golpes con palos de goma. Las risas y la algarabía se adueñaba de todos los niños que estábamos en las gradas de madera. Después, llegó el turno del domador de leones. Mis ojos de niño los veían como unos enormes animales color amarillo-café, de grandes colmillos y melenas alborotadas subidos en unos conos, mientras un valiente domador con látigo en mano, los mantenía a raya. Sus rugidos me ponían los pelos de punta. Solo había visto leones en revistas. Jamás tan cerca. Me parecían feroces y despiadados, con sus enormes fauces y sus garras afiladas. Pensaba, en qué momento le arrancaban la cabeza o un brazo al intrépido domador, que incluso, metió su cabeza dentro de las fauces de unos de los grandes felinos.
Tan solo quedó en un susto en la mente de aquel niño que con los ojos como plato, disfrutaba de algo nuevo, emocionante, distinto. Ví alllí a un hombre gigante, enorme, alto. Me pareció que jamás le podría dar la mano, porque en mi pequeñez de niño, su aspecto adquiría más altitud. Era flaco. Y saludaba desde su altura. Hoy, sé que usaba zancos y en ese momento, no me di cuenta…
La mujer araña, era algo muy raro. Salió colgando de una especie de telaraña, recuerdo que la miré asustado, sin comprender cómo era posible que una araña tuviera la cabeza de una persona. Le tomé la mano a mi papá, que rio despreocupado y dijo “no tengas miedo, ella no muerde”. Después salieron unos hombrecillos de escasa altura, vestidos como payasos que nos hicieron reir y alivió mi impresión de esa mujer araña. Otro personaje extraño, anunciado por el altavoz del presentador del circo, fue al que llamaron la mujer barbuda, quien se peinaba una larga barba, mientras daba vueltas al ruedo del escenario. Después, le llegó el turno al hombre que se tragaba un enorme sable en la boca, mientras yo pensaba cómo era posible. La voz de mi padre, rompió mi terror: “Jamás vayan a hacer eso en la casa”. Junto a mis hermanos disfrutamos aquella primera vez de un circo. Era un mundo diferente al que había conocido. Comimos las chucherías que ahí vendían, y se nos permitió beber un refresco muy frío.
Dicen que mientras haya un niño, habrá un circo; aunque en estos tiempos modernos ha tenido que transformarce, donde los espectáculos como éste han dado paso a nuevas formas de entretención. O han tenido que cambiar y ampliar sus rutinas para poder sobrevivir en una era con tanta tecnología y acceso a nuevas y accesibles fuentes de entretenimiento.
Al viejo circo lo han dejado atrás creaciones como el Cirque du Soleil. Empezó como una compañía de artistas callejeros que recorrían las calles de la ciudad de Quebec, en Canadá. Sin saberlo, ellos iban a redefinir la forma de cómo ibamos a ver el circo. Eran los comienzos de los 80, cuando este grupo de artistas conocidos por el público como “Los Caminantes sobre zancos de Baie-Saint-Paul”, se convertirían en ese espectáculo ecléctico con malabaristas, bailarines, tragafuegos y músicos que llegaron, no solo a sorprender, sino a encantar al público local por la variedad y vistuosidad de su espectáculo. Este grupo de artistas, llevó a revolucionar la idea que se tenia del espectáculo circence y lo convirtió en algo mágico y emocionante.
En Guatemala hay alrededor de 60 circos activos, de los llamados itinerantes. Su vida transcurre en las giras que realizan para continuar vigentes. Se instalan en lugares de fácil acceso para la gente, y su vida transcurre en las zonas más populares de la capital y en los departamentos. Su actual situación es de lucha ante un público que cada vez más se aleja de los espectáculos convencionales, y busca en otras áreas, la emoción y la sorpresa de antaño.
Los padres ya no llevan a sus hijos al circo, salvo que se trate de un espectáculo internacional que traiga nuevas atracciones y que valga la pena de llevar a la familia. Ante esta realidad, los circos guatemaltecos han entrado en una crisis, la cual se agudizó para ellos cuando en el 2018, se aprobó el artículo 55 de la Ley de Bienestar Animal, que establece que «queda terminantemente prohibido el ingreso o tránsito en todo el territorio nacional de los circos procedentes de otros países, que emplean animales para su espectáculo. Los circos nacionales que empleen de cualquier forma animales en su espectáculo, tendrán plazo de un año a partir de la entrada en vigencia de la presente Ley para entregar los animales a santuarios o centros de rescate nacionales o extranjeros previa autorización de la Unidad de Bienestar Animal”.
A todo esto, ahora se agrega la suspensión de toda actividad donde se reúnen personas, debido a la pandemia del coronavirus, que podría significar el fin de muchos de los circos guatemaltecos.
Parte 2: De la carpa a la calle
Al pasar por la doce avenida y llegar al semáforo antes del Cuartel General de la Guardia de Honor, los automovilistas detenidos, disfrutan de un breve espectáculo: los integrantes del Circo Rey Gitano, realizan algunas de sus rutinas para llamar la atención y buscar así, el apoyo de los pilotos: puede ser dinero o víveres. Lo importante es que la ayuda les permita sobrevivir en medio de la pandemia del coronavirus.
La situación de los circos en Guatemala en este momento, es complicada al estar suspendidas todas las actividades que generen el contagio de Covid-19. Desde marzo, están prohibidas todas las actividades culturales, deportivas y de entretenimiento, lo que provoca, en el caso de los circos, no poder trabajar.
El circo Rey Gitano es toda una institución nacional. La familia López abrió el primero en 1903, en Huehuetenango. Un guatemalteco y una mujer de Hungria, fueron los primeros de esta zaga familiar. El circo ha tenido varios nombres, entre ellos Blanca Elizabeth, Circo Emperador, Circo Rey hasta llegar al actual: Circo Rey Gitano Internacional. En sus mejores épocas han tenido 17 felinos (entre leones y tigres), caballos, camellos, monos araña y un burro.
Entre quienes se encuentran en las calles estos días, está Romeo López López, uno de los hijos del dueño. Salió con sus compañeros a solicitar ayuda, al tener casi tres meses sin poder trabajar. “Teníamos dinero para las primeras semanas, pero ya se agotó nuestra reserva. Tenemos necesidad de comprar pollo, forraje, frutas, verduras y concentrado. Principalmente, los alimentos para las once familias que vivimos aquí”, destaca.
Llegaron al Campo de Marte, el 1 de marzo con la ilusión de montar su espectáculo sábado y domingo. El coronavirus frustró sus planes al no poder trabajar en su espectáculo. Las 47 personas que están en el circo atraviesan una situación complicada, se trata de trapecistas, contorsionistas, malabaristas, los motoristas del globo de la muerte y la estrella que es Tarzán.
López explica que tienen que cubrir un gasto diario de pollo para los tigres que es alrededor de Q.1,500 diarios por seis días, “comen tres días, descansan uno, después vuelven a comer tres dias, porque sino desperdicían el pollo… esa es su dieta”. Cada tigre se come 15 libras de pollo diarias, aparte tienen que dar de comer a camellos, caballitos poni, monitos, pumas y leones.
Los integrantes del Circo Rey Gitano, se han visto obligados a realizar rutinas que se deben hacer bajo la carpa, para pedir ayuda económica a quienes pasan por este sector en sus vehículos. “Del gobierno, por el momento no hemos recibido ayuda. Un día vino el ministro de la Defensa y nos mandaron algunos víveres. Solo una vez ocurrió eso”, señaló López
Añadió que en el Campo de Marte hay dos circos: Rey Gitano y el Circo Chichi. “Todos los circos estamos pasando por la misma situación. Hay otro circo en Metronorte, y uno más en Villa Nueva. Pido, por favor, cuando vean un circo ayuden con víveres y con ayuda económica. Nos gusta trabajar, lo que pasa en las condiciones actuales, es que no podemos. Nosotros los del circo estamos acostumbrados a trabajar, a armar, a desarmar, a cuidar animales. No es que esperemos ser mantenidos por la población”, aclaró.
Bajo las actuales circunstancias, existe el riesgo que el circo tienda a desaparecer. “Nunca nos había pasado una situación tan dura, porque estamos atados de pies y manos sin trabajar. Los sesenta circos que hay en el país, así como las ferias están pasando por la misma situación, incluso en las ferias hay más gente”, subrayó López.
El circo Rey Gitano está conformado por familias, entre hermanos, primos, sobrinos junto a trabajadores particulares. En la mayoría de circos ocurre lo mismo: lo integran familias completas junto a otros empleados. Algunos son de una misma familia y con esta situación todo se ha vuelto muy critico para estas empresas del espectáculo
En las calles los miembros del circo esperan víveres,frijol, azúcar, arroz, leche, pañales desechables para los niños pequeños de un año y de año nueve meses. Esperan que las autoridades del ministerio de Cultura y Deportes, no se olvide de los circos. El Circo Rey Gitano es patrimonio cultural. “No estamos en esta situación por dejadez, nunca les hemos pedido ayuda, jamas los hemos molestado y hoy sí. Esperamos que se pongan la mano en la conciencia y nos puedan ayudar”.
López nació en el circo, al igual que sus padres. “Aquí nació mi nieta, porque la nuestra es una generación de familia dedicada al circo. Es lo unico que conocemos. Yo no me acostumbro en una casa. Tenemos casa pero yo no me siento cómodo allí, solo soy feliz en el circo”, y se aleja para acercarse a un piloto que desde su vehículo le tiende una moneda.
3.Galeria de Imágenes