La Mirada

No al golpe, sí a la institucionalidad.

6 Min de lectura

Padre Víctor Manuel Ruano

Diócesis de Jutiapa, julio 2020

Audio al final de nota.

…Algunos elementos del análisis que nos hace la Convergencia por los Derechos Humanos, ante la crisis institucional y constitucional que vive el país actualmente.

Ese análisis fue publicado el 30 de junio, bajo el título: “UNIDAD PARA REPELER EL GOLPE Y DEFENDER LA INSTITUCIONALIDAD”. Era un apremiante llamado a la unidad de toda la ciudadanía para rechazar el golpe que, en cámara lenta, va perpetrando el pacto de corruptos y una alerta para no quedarnos de brazos cruzados y ser capaces de defender la institucionalidad del país, que se ve seriamente amenazada por grupos criminales que actúan al margen de la ley y por las mismas autoridades presentes en los tres poderes del Estado. Pues desde el Ejecutivo, con su silencio cómplice ante la población, pero muy activo en lo secreto, desde el Legislativo por medio de su Junta Directiva, convertida en comisión permanente y donde están representados los partidos políticos más nefastos que tiene el pais, desde el Judicial con el Instituto de Magistrados de las Cortes de Apelaciones del Organismo Judicial (Imcaoj), están arremetiendo con toda brutalidad y terquedad  contra la CC y ahora contra el procurador de los DDHH. Ese atropello no solo es contra nuestro frágil sistema democrático, sino contra la ciudadanía, es contra la vida y la dignidad de la persona humana y de los pueblos que conforman nuestra nación. 

Por eso es válido el llamado a la unidad de todo el pueblo, y a la defensa de nuestra democracia, el que nos hacen estas organizaciones de la sociedad civil, que ven el grave peligro por el que pasa nuestro país. Pues no solo estamos siendo amenazados por el Covid-19, sino por esta gente que tiene el poder en sus manos, no para construir el bien común, sino para perpetuar las mafias criminales a las que siempre han pertenecido.

“En Guatemala, desde el golpe de 1954, el poder económico ha controlado al poder político”, afirma desde el inicio el mensaje de la Convergencia de los Derechos Humanos. En efecto, hace 65 años que se dio ese golpe: fue un 27 de junio de 1954, con la participación de los Estados Unidos, la compañía bananera, los terratenientes que habían acaparado grandes extensiones de tierra desde el gobierno de Justo Rufino Barrios Auyón, la participación también de gobiernos centroamericanos mangoneados por los estadounidenses y la jerarquía de nuestra iglesia católica, todos ellos se pusieron  del lado de los ejecutores de ese golpe de Estado que acabó con la “primavera democrática” que había iniciado con el mejor presidente que ha tenido nuestro país, Juan José Arévalo.

Nos dice la Convergencia por los DDHH: “Con el pacto que dio paso a la Constitución de 1985, que la élite económica nunca quiso suscribir, se abrieron ventanas de oportunidad a la construcción de una institucionalidad para la democracia”. Ese pacto social es el que ahora está en peligro, y que despertó muchas esperanzas en la población de aquel entonces, cuando salíamos de los terribles años del conflicto armado interno, donde las comunidades más pobres quedaron debastadas sobre todo, entre los pueblos originarios 

“Sin embargo”, sostiene la convergencia por los DDHH, “hasta ese limitado cuadro de inspiración contrainsurgente” que es la constitución de 1985, “le ha resultado incómodo a la élite” privilegiada de este país, “que ha decidido romper el pacto de 1985, nacido del Estado Contrainsurgente”, es decir de ese Estado que se había convertido en enemigo y represor de su pueblo, especialmente los más empobrecidos. “A tal grado que, esa elite privilegiada en alianza con la élite política corrupta, ha conspirado para imponer una estrategia de retroceso autoritario contra esta endeble democracia que ha dejado de serles útil para sostener sus históricos privilegios”. De modo que estos tipos, verdaderos enemigos del pueblo guatemalteco, están conspirando diabólicamente contra nuestra débil democracia.

“En la lógica de corrupción e impunidad que les es genética”, a esta clase de gente que creen que Guatemala es su finca y los ciudadanos sus mozos “perciben como una amenaza el fortalecimiento del sistema de justicia”, dice la convergencia por los DDHH, para enseguida afirmar que: “La sola idea de que prevalezca el principio de igualdad ante la ley, así como el ejercicio pleno de la independencia judicial, les parece un agravio”. Se sienten ofendidos por que algunos de sus representantes o de sus achichincles han pasado por un tribunal o están resguardados en centros de privación de su libertad construidos a su gusto y con todas las comodidades. Es su mentalidad, para los pobres las peores cárceles, las peores escuelas, los peores hospitales, pero para ellos todo lo mejor, como si fueran los hijos de un dios mayor.

Son tan descarados y cínicos  que he llegado a pensar que para ellos, “para la oligarquía, cuyas formas y mecanismos corruptos están fuera del ejercicio de la democracia y por ende de la ley, el imperio de la misma les incomoda y estimula su actuar contra magistrados (as), jueces (zas) y fiscales independientes y honestos”.  Por eso los denigran y difaman por las redes, por los netcenter y hasta por la televisión abierta y la radio que ha estado al servicio de esa oligarquía corrupta.

Nos recuerda la convergencia por los DDHH: “Un hecho que no nace de ahora sino del avance en la justicia que se refleja en  sentencias judiciales por gravísimas violaciones a los derechos humanos, como las de Genocidio, la quema de la Embajada de España, aldea El Jute, Dos Erres…, o las relativas al modelo económico exportador-extractivista, como las resoluciones contra los proyectos mineros de La Puya, San Rafael…”, entre otros. Todos esos casos les han dolido en el alma y los tienen ardidos y han jurado que jamás volverán a permitir un sistema de justicia que escuche el clamor de los pobres y que haga justicia. Por eso están empecinados en esta lucha, invirtiendo enormes cantidades de dinero, como les sobra, producto de la injusticia y del despojo.

En ese contexto, dice la convergencia por los DH, “resulta evidente la avaricia para la que nada es suficiente pues, ni siquiera la pandemia les enseña algo. Hoy aprovechan la crisis producida por el coronavirus, para incrementar y acelerar su plan de retroceso. Su accionar evidencia”, que les importa un pito,  “la democracia,  la justicia igualitaria, la equidad y por ello violentan, agreden y conspiran para imponer un Estado totalitario, fascista y profundamente conservador”.

Y en esa misma línea, tristemente parece encaminarse el gobierno actual, pues en lo más duro y tremendo de la tormenta, parece que el gobierno abandonó a su pueblo, según las declaraciones dadas desde Petén, al anunciar un sistema de alertas por medio de los colores del semáforo para abrir la economía, la cual estuvo siempre abierta para el sector económico más poderoso, mientras que para los pequeños han sido implacables.  

Da pena decirlo, pero este gobierno colgó la toalla en el momento más crítico al decir prácticamente “sálvese el que pueda”. Estamos en el punto más alto de la pandemia y el presidente anuncia el regreso a la “nueva normalidad”, bajo el supuesto de que solo hay dos caminos: “o les da o se salvan”. Esta es una gran irresponsabilidad. Cuando el pueblo más lo necesita lo deja abandonado a su suerte en esta tragedia que vivimos. Su misión como gobernante y por mandato constitucional es propiciar el bien común, esto es velar por la salud de su pueblo.  Ahora el pueblo queda tirado en la cuneta donde siempre lo han tenido sus gobernantes, pero había la esperanza que este fuera diferente, y nos topamos con más de lo mismo, porque con el más absoluto cinismo, mientras el pueblo queda tirado por la pobreza y el Covid 19, ellos, los que gobiernan con sus aliados los del sector agro-industrial-exportador, consolidan su alianza criminal para mantener el régimen de impunidad y continúan desarrollando su perversa dinámica de corrupción y robo.

Menos mal, contamos con organizaciones y movimientos populares como los que forman la Convergencia por los Derechos Humanos, y otras muchas más, que  son un bastión de la reserva ética que tiene nuestro país. Estos son como el sembrador de la parábola del próximo domingo que sigue tirando la semilla del reino con la esperanza de que caiga en terreno bueno, aunque los tiempos que corren sean malos.

 Ánimo, Guatemala es nuestra. No permitamos que los corruptos y ladrones nos la arrebaten. 

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