En Camotán, el templo ardió, pero la Iglesia está viva

Víctor M. Ruano P.

Diócesis de Jutiapa

F4gt.com

Jutiapa, 11 de junio, 2021

Introducción. Desde estas páginas de Factor 4, expresamos nuestra solidaridad con las comunidades eclesiales de la parroquia San Juan Bautista, Camotán, Chiquimula, diócesis de Zacapa, ante la destrucción del templo parroquial, por el incendio acaecido el pasado miércoles 8 de junio por la tarde. Es una pena que compartimos.

Llamado a la autoridad. Un hecho que ha conmocionado a la población entera, no solo de aquel departamento, sino de todo el país, por la inmediatez de la información y por la magnitud del hecho, que afectó el patrimonio histórico, artístico y cultural de gran valor.

Ojalá que las autoridades responsables de velar por el patrimonio histórico de nuestros pueblos, liberen los fondos que se necesitan para la reconstrucción del templo, se manejen con transparencia y se proceda con prontitud.

La iglesia, por medio de su obispo Ángel Recinos, ya venía haciendo gestiones para cambiar el artesonado del techo. Esfuerzos que ahora, sin duda alguna, se incrementarán con el respaldo de todas las comunidades eclesiales de aquella Iglesia particular.

Oportunidad y un desafío. La población ante esta tragedia tiene una gran oportunidad para participar muy unida en la reconstrucción, incluso superando prejuicios religiosos o culturales, para devolverle al pueblo su patrimonio histórico, orgullo de generaciones pasadas y de las actuales.

Quizá el desafío mayor sea para las comunidades eclesiales que allí se congregaban para la celebración de su fe en la liturgia, para la oración personal y comunitaria, para la escucha de la palabra, pues el templo es signo de la presencia de Dios que acompaña a su pueblo y es casa de la comunidad de discípulos misioneros de Jesús que se ponen al servicio del reino.

Es un desafío, porque todo eso deberá continuar desde las familias en sus propias casas, en el vecindario con la pequeña comunidad misionera y en el grupo o movimiento de pertenencia, ahora con más fuerza y determinación, con más decisión y compromiso, porque la iglesia de Jesús son las personas, cual piedras vivas que van edificando la Iglesia.

Cuidado con lecturas simplistas. Además, estos hechos llaman a los discípulos de Jesús de Nazareth a la reflexión, al discernimiento y a la acción en función del reino. Una lectura simple y superficial llevaría a plantear que la quema del templo es castigo de Dios y que los católicos están en el camino equivocado.

Jamás se podría llegar a tal conclusión, a no ser que se tenga una visión de Dios equivocada, como si fuera un ídolo que reclama sangre y sufrimiento humano.

Quienes piensan así, aún no han descubierto al Dios verdadero en quien creyó y reveló a Jesús de Nazareth. En la conducta histórica de Jesús y en sus enseñanzas descubrimos al Dios verdadero que es ternura y compasión, amor con los más frágiles y débiles, luchando a la par de los hombres y mujeres para hacer de este mundo un espacio para la amistad social y la fraternidad universal; para cuidar del planeta tierra, nuestra casa común; para animar la búsqueda de la paz y la reconciliación; para promover vida digna para todos. Pero jamás intimidando al ser humano, metiéndole miedo y amenazándolo con el castigo eterno.

En estos tiempos de pandemia y de tragedias sociales como las que vive el país y de accidentes como el incendio del templo católico de Camotán, necesitamos volver al Jesús del Evangelio que es referencia fundamental para obtener lecciones de vida en función del reino, desde todo aquello que pasa en la vida de los pueblos con sus alegrías y tristezas, con sus gozos y esperanzas.

Conclusión. ¡Animo amigos de Camotán! Lo sucedido es una oportunidad para crecer como pueblo, como ciudadanos y como discípulos de Jesús; es también todo un desafío para mantener viva la esperanza activa, incrementar el dinamismo de la fe como actitud de confianza en Dios, y sostener la fuerza del amor solidario y eficaz.