Por Haroldo Sánchez
Guatemala carece de liderazgo y por donde se mire esta ausencia nos está marcando al no existir alguien que pueda conducir los destinos de la nación que con la actual crisis está terminando con los pocos espacios democráticos. En una charla con Renzo Rosal, analista político, académico, politólogo y columnista de elPeriódico, se desprenden una serie de análisis que bien vale la pena reflexionar porque el tiempo apremia.
Segunda Parte
Haroldo Sánchez : Qué pierde y qué gana Guatemala al continuar con el actual sistema donde hemos ido perdiendo la institucionalidad, ¿quién sale beneficiado de todo esto?
Renzo Rosal: -En el corto plazo este conjunto de actores envalentonados, aliados de manera coyuntural, no en términos estructurales, se sigan aprovechando. Hablamos de un aprovechamiento visceral, de un aprovechamiento con todo, pero están hablando ellos de trazos cortos, trazos pequeños. Si lo vemos en un horizonte mayor por supuesto que el nivel de perjuicio que se causa a la sociedad en general es terrible. La institucionalidad ya se fue por el caño. Antes hablábamos de la debilidad de la institucionalidad, ahora ya no es débil, es absolutamente inoperante, ya dejó de existir. El Estado de Derecho, que medio precariamente existía, ya tampoco ahora existe.
El proceso de reconstrucción de los pilares básicos de la democracia en términos formales que ha costado más de tres décadas erigir medianamente, en tres, cuatro años se ha ido al traste. Hablamos de un proceso, una vez que se puede estabilizar la situación del país, cosa que yo de momento no veo que pueda suceder en ocho o diez años, la estabilización si eso sucede, habrá que sumarle unas dos o tres décadas más de recuperación de las fuerzas motrices que teníamos hasta hace algunos años.
Ese es el problema para mí central, es decir, el nivel de recuperación del daño que se está haciendo, no del daño hecho, del daño que se sigue haciendo día a día en el país hay que exponenciar: por cada día que se pierde nos costará por diez la recuperación de ese tramo. Nos referimos a un proceso de recuperación de confianza de mínima credibilidad, de espacio de la realización de negocios en buena ley, de recuperación del mínimo de institucionalidad, del mínimo de Estado medianamente efectivo.
Recuperar esto será difícil, pero pararlo sobre ciertos ladrillos es creo yo algo que no se quiere ver y que nos perjudica enormemente sin sumarle las externalidades que ahora se dan, es decir, la pandemia es una externalidad que nos ha causado un tipo de daño que todavía no sabemos medirlo y lo que ocurre ahora en el 2022, con todo lo que hablamos de crisis de seguridad alimentaria, crisis económica, mayor empobrecimiento, incremento de las desigualdades, hace que el daño sea todavía más fuerte.
Esto quiere decir que, si se sigue la misma dinámica, los costos serán grandes porque al hablar de diez, veinte años es un tiempo que se llevará por delante a muchas generaciones. Lo que te quiero plantear es: ¿Hay alguna posibilidad de que esto se pueda frenar o ya no hay posibilidad de salir de donde estamos?
-La respuesta debería de ser sí. Me refiero a que hay algunas ventanas. Existen, pero son precarias, no están articuladas y eso me lleva a pensar en que poder recuperar otra vez todo esto de aquí a las próximas elecciones del próximo año esta fuera de la realidad, lamentablemente es así. El camino optimista es pensar en un proceso de estabilización, pero para ello la condición básica es cómo logramos la articulación de esos pedazos de ventanas que están por ahí sueltos y cómo superamos los egos, cómo superamos los discursos todavía muy sectarios que tenemos, cómo buscamos un poco la articulación.
Si no tenemos planteamientos, si no tenemos un punto de articulación básico, aunque sea eso, podría ser importante. Lo que hay que buscar es que los conductores de esta articulación sean otros. Está claro que este país parte del gran perjuicio que se ha creado con todo lo que estamos viendo, es de liderazgo. Este país carece de liderazgo de todo tipo. Por donde lo queramos ver, incluso de liderazgo social, de pensar fuera de la caja, de pensar política y socialmente distinto, de eso no tenemos quienes conduzcan, ni las instituciones que son las que en el librito dice que son las que deberían ser como las locomotoras. Pues el librito nos falló o estos actores nos fallaron.
Me refiero que no hay partidos, no hay organizaciones sociales, no hay movimientos sociales articulados, con ideas de futuro, que estén planteando mecanismos de innovación social, política. A nivel territorial es donde descansa la esperanza, es donde existen cierto tipo de fuerzas motrices importantes que tendrán que superar muchísimos de los elementos que estamos mencionando, pero creo que por ahí viene el asunto desde los territorios, de los actores que también históricamente no han tenido la posibilidad de protagonizar los cambios. Ahí es donde veo la ventana mas grande. Esas ventanas hay que identificarlas, potenciarlas y llevar a cabo un proceso desapegado de los códigos de las formas tradicionales de actuación política en el país.
Yo creo que nuestra mirada siempre ha estado enfocada en lo urbano, lo capitalino. Buscamos acá esos líderes que el conflicto armado interno asesinó, desapareció, exilió y que hoy vemos la salida de valiosos guatemaltecos… Pero en el interior del país hay mujeres y hombres que defienden el territorio, el agua, los ríos, los lagos, los mares, los árboles, los bosques. Líderes hay, lo que ocurre es que nuestra mirada se queda a nivel capitalino, con esos políticos que hacen campaña electoral anticipada. Si la mirada se diera hacia el interior, hacia los territorios…
-Totalmente de acuerdo. Hay que voltear la mirada tomando en cuenta los diversos episodios, los momentos en donde esas mismas expresiones de liderazgo ya se han planteado, es decir, ese liderazgo está ahí. Nosotros hemos tenido una venda en los ojos y nos los hemos plenamente identificado, porque tenemos nuestras propias ataduras, atadura de visión, como tú dices del corte urbano, urbano-centristas, ladino mestizas, con mucha carga obviamente de racismo.
A nivel local hay que decirlo con todas sus letras: ocurre que esas mismas nociones de machismo, de rechazo generacional, por el pensamiento de los jóvenes que está presente también, es decir que es un asunto que se da en escalada, no es solamente que los citadinos no veamos los territorios, sino que en los mismos territorios se reproducen un poco las pautas. El hecho de que muchos jóvenes no se les ha dejado respirar por propia cuenta, y en el caso de las mujeres todavía tienen ese tipo de barreras.
Hablo de barreras profundas que deben ser quitadas de forma acelerada, porque los cambios y la urgencia por liderazgos son necesarios. Además, liderazgo democrático, no el liderazgo autoritario, ni mucho menos, pues estamos más que urgidos de ese cambio. Muchos se preguntan por qué con todo lo caótico que tiene el país no pasa nada, estamos en un proceso de normalización de que todo mundo baja la cabeza; el discurso de la aceptación, responde en buena medida a eso, a la carencia o a veces no es carencia sino que no hemos logrado colocar esos liderazgos que nos ayuden a movilizar, y cuando hablo de movilizar no me refiero a una movilización física a hacer manifestaciones, no… digo movilización social en términos de la recomposición, movimientos sociales, organización, contribuir un poco a la dinámica y a romper con este escenario que me parece profundamente perjudicial del momento actual que es la nueva normalización.
Supuestamente habíamos desnormalizado hace algunos años los temas de corrupción, impunidad y demás, pero hoy por hoy los volvimos otra vez a normalizar y con mayor fuerza, entonces vivimos esa doble realidad, para muchos guatemaltecos no pasa nada en el país porque están viviendo su día a día, su cotidianidad.
Hace unos días se conoció de una reunión del presidente con dos periodistas estadounidenses de un medio muy cercano a Donald Trump en la que, de acuerdo a esta publicación, iba a pedir la expulsión de USAID. Además, afirmó que la embajada de Estados Unidos le apuesta al indigenismo para botar su gobierno. Mi lectura al usar estas expresiones en contra de los movimientos indígenas es que le tienen miedo al movimiento popular en los territorios. ¿Me equivoco, Renzo?
-No. Me parece que no te equivocas. Hoy por hoy, en la práctica, los elementos de mayor cuestionamiento provienen de ahí, porque viene un factor de crítica y de creación de músculo para enfrentar y asumir unas posiciones distintas. Y lo veo en la línea esa cruzada como de muy basada en los planteamientos de guerra fría, amigo-enemigo, de ver y tocar un poquito diferentes teclas de los cuestionadores.
Algunos pueden ser enemigos otros son piedras en el zapato, como queramos decirlo, pero se han tocado en los últimos meses con mucha fuerza diversos botones, pero este botón en particular tiene, no digo más base, porque no es que esté alimentando los ánimos para hacer caer al gobierno ni mucho menos, pero ahí hay fuerzas importantes que están cuestionando el estado de crisis que vivimos en el país, que es mucho más que el mismo gobierno, es decir el gobierno es tan solo una pieza de un rompecabezas más grande y yo creo que poco a poco se le está visualizando tal cual.
La historia dice que los golpes de estado eran autorizados en la embajada de Estados Unidos y que se convertían en golpes militares, que significaba esto: que para botar un gobierno e instalar otro tenía el aval del ejército. Hoy en día, este es un ejército plegado al gobierno central, se llevan muy bien, los presupuestos militares están a la orden del día, cada año sube más el gasto hacia esta institución, entonces es imposible pensar que va haber un golpe de estado fraguado por líderes indígenas. El tema de USAID es otro que tampoco tiene ningún sentido porque sus fondos van precisamente no solo al apoyo del país sino también a instituciones del sector privado.
-Hay que recordar que la narrativa de que el movimiento indígena o los indígenas son los que están creando este escenario de alteración del orden busca calar en el pensamiento conservador ladino mestizo, urbano y porque ahí sí estamos hablando claramente de teclas, la tecla de un profundo desconocimiento con un profundo racismo y eso sí cohesiona del otro lado, es decir, a eso si le tienen cierto grupos del país y le tienen terror, le tienen miedo a las posibilidades de ver aquí a los “indios” en la capital, a los “indios” revolucionarios y toda esa narrativa y lo digo con todos sus letras, así en forma muy pesada si se quiere, pero estoy tratando de decirlo claramente porque eso sí pega, eso sí cohesiona, y parte de lo que se busca es eso.
Levantemos aquí una bandera de alarma, pero lo que aquí se hace es generar miedos. En nuestro país lamentablemente ciertas estructuras de poder han funcionado durante varias décadas sobre la base de creación, la reproducción de miedos, de las cosas que no están ocurriendo, pero que los miedos metidos en los últimos 50 años, han sido un factor fundamental de continuidad en el régimen que tenemos.